sábado, 9 de febrero de 2013

Epifanía ácida de Eurovegas o el ángelus de la muerte

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La foto de esta misma mañana que nos muestra ABC con el presidente de Madrid —presidente por espantá— me deja sorprendido. Visto así, de pronto, parecen tres personas en un descampado. Hay nubes cargadas al fondo, por lo que deseas que encuentren refugio cuando empiecen a caer chuzos, que es lo que amenaza realmente. Cuando lees que están en lugar donde se edificará ese templo del I+D+I (sin IVA), que será conocido como "Eurovegas", te asalta la duda de si el amplio rollo que tienen los tres entre manos no sea un tablero para jugar a la Oca o al Parchís; que hayan corrido, locos de emoción, para ser los primeros en inaugurar lúdico-recreativamente aquel espacio virginal.



Visto así, parece una versión materialista y mesetaria, (des)almada de "El rezo del ángelus", de Jean Millet, en el que la oración, las palabras del ángel en la anunciación, se habría convertido en plegaria profana por la suerte en cualquiera de los juegos que albergará en el futuro este templo del azar. En un país con tanto parado, con el consumo interno tirando a más bien bajo, la perspectiva de ir a gastarse los cuartos en ese disneyland fosforescente, paraíso de las enfermedades pulmonares, densa nube visible desde el espacio, reclamo luminoso avistable desde la más lejana galaxia, cuyas luces viajarán por el espacio aun cuando el planeta haya desaparecido tragado por el agujero negro más próximo, no es lo que el país espera, pero sí lo que sus dirigentes —tahúres inconfesos— están dispuestos a traerles como maná a pueblo perdido por esos desiertos de Dios.


En una visión epifánica, ácida, del cuadro de Millet, el sacerdote político oficia su ceremonia de conjuro, de hechizo arquitectónico entre los dos curritos. Gracias a ABC, en la parte superior de la página, sobre la foto de este "angelus" de la muerte se eleva otra imagen mágica, misteriosa, de lo que será el futuro convocado por nuestros nigromantes políticos. Antes y después, el páramo y el templo. Por lógica aplastante, el mismo diario se pregunta "¿Cuánto costará una vivienda cerca de Eurovegas, en Alcorcón?". Dice que los expertos recomiendan comprar ya. ¡Oh, prodigio! Todavía no se ha levantado un ladrillo, todavía no se ha abierto una baraja, y ya corre el dinero! ¿Corre! ¡Vuela!
Los planes se acelerarán, dicen, para tener las bolitas rodando por la ruleta antes de que cante un mariachi. Mientras, las mafias no viven por la emoción del blanqueo de todo lo que haya que blanquear. Madrid ha elegido su futuro, su desierto soleado. Por la mañana, El Prado; por la tarde, unas manitas y por la noche, ¡ay, por la noche! Y a vivir, que son dos días.
Un Eurovegas brillante, casi galáctico, surca el páramo vacío y cabrero como un encuentro en la tercera fase. El faraón voluptuoso señala el punto exacto en el que debe elevarse la obra, tumba, mausoleo, de las ilusiones y esperanzas de progreso de la región, capital federal de la periferia envidiosa.
¿Lo inaugurará Julio?, me pregunto.



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