martes, 31 de julio de 2012

La camiseta (y lo que representa)

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Me ha emocionado. RTVE nos mostraba anoche imágenes de la audiencia ante el juez del asesino de Aurora (Colorado), James Holmes. Entre los asistentes llegados a la sala una joven herida luce su camiseta negra de Batman, acompañada por otras personas, quizá la familia. Si Holmes, quieres ser The Joker, ellos reivindican a su héroe, sin necesidad de confundir ficción y realidad, simplemente contraponiendo la camiseta con el logo del murciélago al odio indiscriminado e irracional del asesino de doce personas y decenas de heridos. No necesitan decir "soy Batman"; simplemente se divierten viendo sus películas o leyendo los cómics.
Supone una gran fortaleza mental ponérselas. No es fácil enfundarse en una camiseta cuya sola visión les lleva al recuerdo, psíquico y corporal, de los momentos más angustiosos de sus vidas. El cuerpo tiene también su memoria dolorosa. Llevan vendajes sobre las heridas, resultado del ataque cruel de Holmes, pero se han metido en sus camisetas, que quizá llevaran al estreno de la película, como los fans suelen hacer en estos acontecimientos.  Es su traje de gala, como otros lucen sus modelos sobre la alfombra roja. Es su modesta, sencilla e ilusionada forma de mostrar su deseo de divertirse con la proyección que llevan tiempo esperando, su fiesta.


Ahora la camiseta es un icono, como lo han sido las capuchas en el caso del asesinato del joven Trayvon Martin, muerto por alguien que pensaba que ser negro, adolescente, salir por la noche y llevar capucha eran causas suficientes para dispararte. Millones de personas, de todas las edades y posiciones, decidieron llevar capucha para mostrar su repulsa contra los motivos absurdos que llevaron  a la muerte de Martin.

Las personas que se presentaron con su logo de Batman sobre el pecho proclamaban también algo; manifestaban una actitud frente al crimen y al criminal. Se reivindicaban ellos mismos como espectadores de Batman; reclamaban su derecho a estar sentados allí, a disfrutar de una parte de la cultura popular profundamente arraigada desde hace décadas. Batman forma parte de la vida de mucha gente desde hace varias generaciones a través de los cómics, las películas, las series de televisión, los dibujos animados, los disfraces, etc.
La productora de Christopher Nolan encargó a la comunidad "Designed by Hümans"* la organización del concurso de diseños de la camiseta para la película. Es una comunidad abierta y creativa compuesta por todos aquellos que les gusta realizar diseños para camisetas; remiten sus proyectos a la comunidad y son votados por los miembros. Una de las proyectos era "The Dark Knight Rises". Artistas del diseño de todo el mundo han enviado sus propuestas que han sido votadas por la comunidad. De los cinco finalistas, unos se han centrado en Batman, otros en el villano Bane y otros en la lucha entre ambos o la ciudad bajo el signo de caballero oscuro. Han puesto toda su energía y creatividad en la realización de esos magníficos diseños.

El diseño ganador del concurso de Designed by Hümans

El crítico Scott Meslow, en The Atlantic, escribía, dos días antes del estreno y de la tragedia, recordando la amplitud cultural y generacional del fenómeno Batman, más allá de las películas recientes:

But to truly understand the cultural footprint of Caped Crusader, one has to go exploring the staggering number of Batman fan tributes that exist. There are currently almost 10,000 custom Batman items for sales on Etsy, including wedding cake toppers, dog collars, and women's underwear. There are 7,148 stories based on Batman comics on FanFiction.net, and another 4,987 specifically based on Batman Begins and The Dark Knight. And anyone who goes through a post-The Dark Knight Rises slump can find relief in one of the more than 5,000 "Batman fan films" currently on YouTube, which include a smattering of professional-quality shorts like Batman: The Last Laugh, Batman: City of Scars, or Batman: Dead End, the Citizen Kane of the Batman fan film community. It cost its director/writer/producer $30,000 of his own money and was dubbed on its 2003 release by filmmaker Kevin Smith as "possibly the truest, best Batman film ever made."*


Meslow se refería a la trilogía de Christopher Nolan señalando su incidencia en el "dark" del caballero, en su profundización en los aspectos más trágicos. Cuenta en su artículo cómo había jugado con su primo de nueve años en la consola con Batman Lego, y entonces había podido comprender la amplitud del fenómeno Batman y su introducción en la cultura popular. Había un Batman "oscuro", como el de Nolan, y otros muchos Batman que satisfacían otras dimensiones. Batman es una posibilidad de proyección personal y social, como es característico de la reinterpretaciones de la cultura popular.
Meslow concluye en su artículo, haciendo referencia a la película anterior de la trilogía de Nolan:

The Dark Knight ends with Gary Oldman's Commissioner Gordon calling Batman "the hero Gotham deserves, but not the one it needs right now." But it's my experience that every generation manages to find the Batman it needs.*


También los psicópatas y criminales buscan sus emblemas en cada generación, sus modelos en los que sostenerse y justificarse. Es cosa suya. La entrada en el juzgado de víctimas llevando la camiseta con el logo de Batman es una reafirmación de sus propias historias personales, en las que el caballero oscuro ha jugado un papel como ilusión, entretenimiento o motivo de creación. James Holmes no ha conseguido matar la ilusión de la gente. Junto al lugar de los asesinatos han extendido el logo de Batman sobre el suelo. Velas encendidas mantienen el duelo por los perdidos. Junto a unas flores, en la vigilia, alguien ha colocado un cartel: "Aurora es fuerte". Tan fuerte como para ponerse sus camisetas frente al asesino.


* Designed by Hümans "The Dark Knight Rises Contest" http://www.designbyhumans.com/shirt-design-contest/the-dark-knight-rises.html
** Scott Meslow "Why Bat-Fans Are So Rabid" The Atlantic 19/07/2012 http://www.theatlantic.com/entertainment/archive/2012/07/why-bat-fans-are-so-rabid/260064/





lunes, 30 de julio de 2012

El país con fiebre

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Peter Edelman, profesor de la Universidad de George Town y autor del reciente libro “So Rich, So Poor: Why It’s So Hard to End Poverty in America”, comienza su artículo en The New York Times citando una famosa frase de Ronald Reagan: “We fought a war on poverty and poverty won.” La política se contenta muchas veces con una buena frase.
La retórica de la frase, con su metáfora bélica,  esconde demasiadas cosas. La primera y principal es la de los "dos bandos" en la que el uso del "nosotros" implica una distinción. La guerra contra la pobreza es una guerra contra nosotros mismos. No hay enemigo distinto en las otras trincheras; allí solo están nuestros egoísmos e intereses.

Su segunda faceta retórica se traslada al ámbito de la enfermedad, adquiriendo en sentido de la operación quirúrgica fracasada o de la enfermedad incurable. Se ha hecho todo lo que se podía, pero finalmente la enfermedad se llevó al paciente. Igualmente, la pobreza no es una enfermedad ajena a nosotros, sino el resultado de las prácticas sociales.
En sus análisis en el artículo, que presuponemos que son las tesis de su libro, Edelman escribe señalando los principales puntos por los que "no se pudo" ganar:

Four reasons: An astonishing number of people work at low-wage jobs. Plus, many more households are headed now by a single parent, making it difficult for them to earn a living income from the jobs that are typically available. The near disappearance of cash assistance for low-income mothers and children — i.e., welfare — in much of the country plays a contributing role, too. And persistent issues of race and gender mean higher poverty among minorities and families headed by single mothers.*

La política de salarios bajos, de empleos mal pagados, está en la base de la crisis en la que vivimos. El salario bajo lleva al endeudamiento y, por ende, a la pérdida del ahorro, de reservas, en su caso, con las que enfrentarse a las situaciones complicadas. Va recortando, además, su capacidad de consumo, que solo se adquiere por endeudamiento. Los salarios bajos son, además, precarios. En la medida en que ha ido creciendo el número de personas mal pagadas se ha generado no solo pobreza, sino las bases de una crisis general que acaba en los agujeros bancarios y morosidad creciente. Hace mucho tiempo llamé a esto la "economía de la casa del primer cerdito": se vuela todo a la primera crisis. Y lo peor, no se levanta.

Peter Edelman

Señala Edelman con claridad:

The first thing needed if we’re to get people out of poverty is more jobs that pay decent wages. There aren’t enough of these in our current economy. The need for good jobs extends far beyond the current crisis; we’ll need a full-employment policy and a bigger investment in 21st-century education and skill development strategies if we’re to have any hope of breaking out of the current economic malaise.*

Toda recuperación de la economía y crecimiento pasa por la mejora del salario, que es el auténtico termómetro de la salud económica. Los subempleos no han sido nunca una solución, sino un parche a corto plazo que creaba las condiciones del desastre a largo plazo. Hemos carecido de políticos y economistas capaces de enfrentarse a esa teoría económica y política que se contentaba con cifras macroeconómicas frente al deterioro evidente de los salarios, es decir, de las condiciones de vida reales de las personas.
La doctrina económica reinante, centrada en el beneficio, olvidó hablar del reparto de esos beneficios socialmente y de cómo el salario es esencial en una economía de consumo. Muchos empresarios se quedaron en la idea de que uno monta una empresa para ganar dinero. Lo importante es la dimensión social que se le da a "ganar". Si ese beneficio no se reparte por la sociedad en forma de empleos y posibilita el consumo, lo que se produce es un colapso, una parálisis de crecimiento. Llegados a un punto, el crecimiento se viene abajo porque no hay base social para sostenerlo. Llegado a un punto crítico, se hunde.


Es entonces cuando ese "beneficio", capital, emigra a lugares en los que seguir creciendo. Nos dicen que nuestros capitales buscan lugares "emergentes" en los que seguir manteniendo su propio crecimiento; pero ese crecimiento se ha desligado ya de la realidad social. Mientras nuestros inversores se van a buscar tierras fértiles, nosotros debemos mendigar que vengan inversores extranjeros a comprar a precio de ganga lo que los nuestros abandonan. Lo que unos abandonan, otros lo recogen y lo exprimen.


Ese es el sentido del llamamiento hace unos días del magnate norteamericano Donald Trump: en España se encuentran muchas gangas, echen un vistazo. Su definición de España como "un gran país con fiebre" del que hay que aprovecharse es la vuelta a la jungla internacional y la peor demostración del uso de la globalización como campo de juego de las fuerzas anónimas y apátridas del capitalismo más salvaje. España es un país atractivo: gangas empresariales y bajos salarios. Lo peor de todo es que, según la doctrina oficial, hay que agradecérselo. La globalización crea problemas globales, pero no permite soluciones globales. Esta es una gran paradoja.


Treinta años de teoría sobre los bajos salarios no solo no ha reducido ninguno de nuestros problemas, sino que los ha agravado casi todos, tanto los económicos como los sociales, los demográficos, por ejemplo. Se ha señalado hasta el aburrimiento el envejecimiento de nuestra población provocado entre otras cosas también por los bajos salarios y el aumento de los precios de las viviendas, un desastroso efecto combinado.
Es aquí cuando entran los otros factores señalados por Edelman en su artículo: los problemas de sociales de las familias, que giran también alrededor del sueldo como forma de subsistencia o existencia. Todos estos efectos conjuntamente constituyen la "enfermedad", ya que se van produciendo menos ingresos para los estados, que se ven obligados a endeudarse para poder sostener una economía que ya no puede recaudar de sus contribuyentes, sino por el contrario sostener con el trabajo de un número decreciente de personas. Nuestros avisos sobre la crisis a medio y largo plazo se están cumpliendo. ¿Cómo se puede sostener un estado de bienestar, una calidad de los servicios, sin una política de empleo que busque lo mejor para el conjunto de la sociedad? Es algo que deben responder los políticos que han sido incapaces, año tras año, legislatura tras legislatura, de enfrentarse a los problemas que sus acciones y omisiones posibilitaban.

Edelman escribe: "This isn’t a problem specific to the current moment. We’ve been drowning in a flood of low-wage jobs for the last 40 years. Most of the income of people in poverty comes from work."* Por más que cambiara los gobiernos, el mismo pensamiento ha seguido vigente. Palabrería social, más que acciones sociales.
La época de Reagan marcó una forma de enfrentarse a la economía y a sus problemas que pasó primero por la "recalificación" de los problemas. La mejor forma de acabar con un problema es dejar de llamarlo problema. Las crisis se llaman "oportunidades"; la emigración, "movilidad"...
Por eso, entre tanta retórica, debemos dar las gracias a Donald Trump por esa definición de España como "un gran país con fiebre". Al menos es sincero y llama a las cosas por su nombre.

* Peter Edelman "Poverty in America: Why Can’t We End It?" The New York Times 28/07/2012 http://www.nytimes.com/2012/07/29/opinion/sunday/why-cant-we-end-poverty-in-america.html?_r=1&hp







domingo, 29 de julio de 2012

Putin en los altares o el camino ruso de santidad

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La Vanguardia nos trae la noticia del regreso de las clases de religión a Rusia*, la cabecera histórica de la comunista y atea ex Unión Soviética.
La "Santa Rusia" llegó hasta que los bolcheviques decretaron que de "santa" nada y la volvieron "soviética" justificando su imperialismo expansionista esta vez en un internacionalismo laico que les llevó a tragarse por el Oeste lo que antes se habían tragado ortodoxamente por el Este. Ya la excusa de la religión ortodoxa le había servido para quedarse con parte de Polonia y la excusa de la defensa del cristianismo le sirvió para llegar hasta el Mar Negro a costa del Imperio Otomano en el siglo XVIII. Como nos muestra la Historia, Rusia le ha sacado mucho provecho a la religión y al ateísmo. Veremos hasta dónde llega esta vez.
Por lo pronto, Putin está basando su política en la religión cuando le interesa, apelando a los viejos sentimientos que ya utilizó la santa Rusia y el paneslavismo, anclado tanto en la idea eslava como en la ortodoxa, que no son más que las dos caras de la moneda, almas con raíces. A veces sorprende lo enraizado que puede llegar a estar lo espiritual e intangible con lo material y circunstancial. 
Nada más claro en este sentido que la política seguida por Rusia respecto a Serbia. En el mes de junio, la publicación Rusia Hoy se preguntaba desde sus titulares "Serbia y Rusia, ¿hacia un nuevo paneslavismo?"**. El artículo nos muestra con bastante claridad la estrategia internacional de la Rusia de Putin y nos ayuda a comprender porqué este resurgir oficial de la religión y sus consecuencias.


Una de las ideas clave del eslavismo era su papel intermedio entre una Europa atea y racional, que pisoteaba sus raíces cristianas, y un Asía espiritual sin cristianismo. La idea de la Santa Rusia la mostraba como el último reducto de los defensores de la verdadera fe (el catolicismo y el protestantismo eran desviacionismo religioso). Rusia estaba geográficamente entre ambas, manteniendo la pureza del mensaje religioso.

Mijaíl Nesterov: "Santa Rusia"

El internacionalismo comunista acabó oficialmente con las dos ideas, la "rusa" nacional y la "religiosa" ortodoxa. Los trabajadores eran miembros de la misma patria, la de los explotados, hubieran nacido donde hubieran nacido, y la religión era el "opio del pueblo". Esa era al menos la teoría. Rusia construyó el imperio soviético, pero sí mantuvo alejada a la religión del panorama público prohibiéndola y persiguiéndola.

En el artículo de Rusia hoy se nos dice para explicar ese nuevo "panseslavismo":

[...] el callejón sin salida constituido por la voluntad serbia de rehusar a reconocer la independencia de su exprovincia – condición necesaria para la adhesión a la UE – y la recesión que azota a la Eurozona, hace cada día menos atractiva la perspectiva de ser parte de un organismo en profunda crisis, no sólo económica, sino también política y de identidad.  Esto lleva a Belgrado a tomar en consideración otras alternativas de integración económica a nivel regional. 
La alternativa eurasiática
En este sentido, la Unión Eurasiática propuesta por Putin una de las opciones que más valor da a la posición geoestratégica de Serbia, ya que Belgrado vendría a constituir la avanzada occidental de un inmenso bloque comercial extendido desde los Balcanes hasta el Pacífico. Con un acceso privilegiado a los ingentes recursos naturales de Rusia y Kazajistán, pero aún integrada con las economías de Europa por obvias razones geográficas, Serbia tendría todos los requisitos para convertirse en uno de los países más prósperos y desarrollados del continente, además de un puente virtual entre Moscú y Bruselas. Sin embargo, aunque algún día llegue a formar parte de la Unión Europea, Serbia seguiría siendo un importante punto de contacto entre Europa y Eurasia.**

Serbia se debate entre la petición de entrada en Europa, complicada por su negativa a reconocer la independencia de Kosovo, apoyada por la Unión Europea y más de noventa países (España no), y las llamadas paneslavistas de Putin, que apela a la comunidad "racial" eslava y los sentimientos religiosos ortodoxos, frente a los musulmanes albanokosovares.
Es interesante la definición de la "Eurozona" que da el artículo: "un organismo en profunda crisis, no sólo económica, sino también política y de identidad". Esa es en cambio la "identidad" que se le propone desde Moscú. A Rusia le vendría siempre bien tener un aliado fuerte dentro de la Unión Europea, por lo que pudiera ocurrir.
Tener dentro de Europa a alguien que se identifique con la política seguida por Rusia hasta el momento es algo que complica la posibilidad europea de tener intereses propios frente a esa "Eurasia" propuesta por Putin. La idea de tener un puerto franco, a través de Serbia, a la Unión Europea es importante para Putin y para los serbios también, que se beneficiarían del trato privilegiado que Rusia les daría para asegurarse el apoyo y la vía. Si a la etnia y la religión le sumamos los negocios, la gente se siente muy unida.
El artículo de Rusia Hoy concluye finalmente:

Demasiado europea para ser asiática, demasiado bizantina para ser occidental, Serbia nunca dejará de ver en Rusia la imagen reflejada de su propia identidad nacional, con todas sus contradicciones, pero también su riqueza. Naciones eslavas con un fuerte apego a la tradición cristiano ortodoxa, que ha desempeñado un papel tan importante en los momentos difíciles de la historia de ambos países, tanto Serbia como Rusia han tenido conflictos étnicos y aún pagan las consecuencias. De la resolución de esos conflictos, como el de Kosovo, dependerá no sólo el destino europeo de Serbia, sino también el futuro de la cooperación entre Bruselas y Moscú, única clave para construir una Europa verdaderamente segura, próspera y democrática.**



En este sentido el regreso de la clases de religión en Rusia se entiende mucho mejor. Pero no siempre es sencillo hacerlo después de tantos años de persecución religiosa. La Vanguardia nos recuerda que Rusia ha sido oficialmente atea casi todo el siglo XX. El ateísmo es igual para todos, mientras que con las religiones cada uno elige la "suya", entendiendo por la suya la que se liga a la tradición local en cada uno de los territorios que componen el país más grande del mundo:

En el próximo curso escolar, que comienza el 1 de septiembre, todos los colegios rusos contarán con una asignatura más: Fundamentos de las culturas religiosas y de la ética laica. Un rimbombante nombre con el que el Kremlin ha encontrado una solución salomónica para dar cabida a las principales religiones del país.
La asignatura se impartirá con carácter trimestral en cuarto y quinto cursos (10 y 11 años). Además, es obligatoria, así que nadie podrá negarse a cursarla si no quiere quedarse sin el diploma escolar. Los padres, sin embargo, tienen la posibilidad de elegir uno de los seis módulos en los que está dividida la asignatura.
Estos módulos se han diseñado con arreglo al mapa religioso de Rusia, el país más extenso del mundo con una población de 142,9 millones de habitantes.
Los alumnos pueden elegir historia de una de las cuatro religiones tradicionales de Rusia (cristianismo ortodoxo, islam, judaísmo y budismo) o un módulo más general: fundamentos de las culturas religiosas o fundamentos de la ética laica.*


Lo más interesante del planteamiento es que no se trata de enseñar "religión", sino "historia de las religiones" . "La asignatura se centra más en la historia que en las cuestiones de fe"*, dice La Vanguardia. Es decir, no se trata tanto de un ascenso de la espiritualidad como un intento de reforzar precisamente —como hemos visto con Serbia— los lazos comunitarios y  los principios de identidad, esos que se le negaban a la Eurozona, a la perdida Europa.

La búsqueda de los miles de profesores necesarios para una asignatura de religión en Rusia les ha pillado poco preparados después de casi un siglo de ateísmo oficial. Lógicamente, estos profesores han sido ya reclutados y preparados por el estado para comenzar rápidamente tras el verano. La iglesia ortodoxa ha recibido bien estas medidas, por lo cual Vladimir Putin se ha asegurado un apoyo interno importante en momentos en los que ha sido muy cuestionado por la oposición y acusado de fraude electoral y de prácticas dictatoriales. Eso ha servido para despertar la indignación de muchos frente a la iglesia ortodoxa, que modera o reduce sus críticas a Putin.
Es en este contexto en el que podemos entender una caso aparentemente menor, pero que no lo es: el juicio al grupo punk femenino Pussy Riot que fue detenido tras irrumpir el 21 de febrero en la catedral moscovita del Cristo Redentor y entonar unas estrofas contra Putin y el papel servil de la iglesia ortodoxa ante el presidente. La Voz de Galicia nos contaba pocos días después:

Decenas de miles de personas convocadas por el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Kirill, rezaron ayer al aire libre en Moscú para «enmendar» el sacrilegio que constituyó para ellos una «oración punk» contra el presidente Vladimir Putin en una catedral. Tras la misa dominical, Kirill salió de la catedral de Cristo Salvador y se dirigió a la multitud (65.000 personas, según la policía) que había venido a rezar para que «se corrija a quienes mancillan los lugares sagrados», dijo el patriarca. ***


Mañana comienza el juicio contra las Pussy Riot. El diario El País lo ha definido, en su artículo de hoy,  como "causa contra el laicismo". Creo que hemos podido entender que la cuestión va más allá de lo religioso o, si se prefiere, de la constitución de una alianza que vuelva a servirse del nacionalismo religioso para el manejo interior y exterior de Putin. El País nos cuenta cómo es la acusación contra las tres muchachas:

El texto afirma que las mujeres actuaron de forma organizada y premeditada, movidas por el odio religioso, e infligieron “grandes sufrimientos” a los creyentes. La acusación habla de “blasfemia”, “sacrilegio” y “ataque al carácter sacramental del secreto eclesiástico”, términos que, según Mark Feigin, el abogado de las Pussy Riot, no están tipificados en el código penal de la Federación Rusa, que oficialmente es un Estado laico.
“El acta de acusación refleja una realidad política, no jurídica ni penal”, señala Feigin. “Todas las invocaciones a la esfera metafísica, religiosa y moral son intentos artificiales de forzar la existencia de delito, pero hay que saber algo de religión y filosofía para lograr un texto convincente”, opina. Feigin dice que el juez le ha rechazado 35 testigos que había propuesto, entre ellos el patriarca Kiril. Los testigos de la acusación son precisamente la limpiadora, el vigilante, el seminarista y todos ellos acreditan su condición de fervientes cristianos e informan de que fueron bautizados y, en algún caso, de que guardan el ayuno. Feigin asegura que no dieron importancia al incidente y luego cambiaron repentinamente de opinión.****

El énfasis puesto en la causa, que va por las vías de mayor penalización, forma parte de esa estrategia de Vladimir Putin de reorganización nacionalista convirtiéndose en el garante de la fe y el orden. Las prebendas que la implantación de la asignatura de las religiones, controladas por el Estado, le asegurarán la docilidad de los dirigentes y las oraciones de los fieles.
La canción de las Pussy Riot no eran tanto una blasfemia como una denuncia del papel que la iglesia ortodoxa juega en los planes de Putin y Putin en los de la iglesia. El País nos recuerda el texto que puede causar hasta siete años de cárcel a sus autoras:

Las coplas de la discordia han sido traducidas a varios idiomas y dicen así: “Madre de Dios, virgen, echa a Putin / echa a Putin, echa a Putin / Sotana Negra, galones dorados / todos los feligreses se arrastran para hacer una reverencia / en los cielos hay un fantasma de la libertad / El orgullo gay ha sido encadenado y enviado a Siberia / El jefe del KGB, su santo jefe / lleva a los que protestan vigilados al calabozo / Para no ofender a su Santidad, las mujeres deben parir y amar / (sois) la mierda, mierda, mierda de Dios”.****

Las mujeres han tenido la osadía de desafiar a demasiados poderes en una sola canción. Los únicos cantos que se deben escuchar en las catedrales rusas son las oraciones por Vladimir Putin y el ruego por su pronta canonización. Méritos está haciendo. El piadoso camino que comenzó en la KGB acabará en los altares. La nueva Santa Rusia debe hacer profesión de fe de su ortodoxia religiosa para definir el nuevo nacionalismo paneslavista que justifique la Eurasía política de Putin. Harán falta nuevos santos para los altares y nuevos herejes para las hogueras. Ya los han encontrado.
Suerte en el juicio, Pussy Riot.

* "Rusia vuelva a implantar la asignatura de religión en la escuela" La Vanguardia 28/07/2012 http://www.lavanguardia.com/internacional/20120728/54330558314/rusia-vuelve-implantar-religion-escuela.html
** "Serbia y Rusia, ¿hacia un nuevo paneslavismo?" Rusia Hoy 12/06/2012 http://rusiahoy.com/articles/2012/06/11/serbia_y_rusia_hacia_un_nuevo_paneslavismo_17457.html
*** "La Iglesia ortodoxa rusa responde a una «oración punk» contra Putin" La Voz de Galicia 23/04/2012 http://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2012/04/23/iglesia-ortodoxa-rusa-responde-oracion-punk-contra-putin/0003_201204G23P24994.htm
**** "Putin entra en las iglesias" El País 29/07/2012 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/07/27/actualidad/1343413580_029043.html






sábado, 28 de julio de 2012

El bocata digno

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El centro comercial de mi pueblo tiene la planta superior dedicada casi en exclusiva a los restaurantes. Solo el cine y una bolera rompen la variada oferta de comidas y tapas en esta planta, desde un kebab hasta un restaurante italiano decorado en blanco y negro con aires minimalistas. Día tras día compruebas los efectos de la crisis económica en los desplazamientos del público de una oferta a la otra.
El viernes pasado, un grupo de tres parejas pasó junto a nosotros con sus bandejas del burger.  Normalmente la gente que va a una hamburguesería —hasta hace muy poco reservada a los más jóvenes o a familias con niños— viste bastante "informal" y más en verano, pero este grupo iba especialmente acicalado y elegante. Era viernes y salían a pasar la noche y divertirse en compañía. La tradicional cena con los amigos en el fin de semana se había transformado en una entretenida reunión alrededor de un menú con hamburguesas con queso, patatas, ensaladas y refrescos.
Lo importante es mantener el tipo y la compostura. La reducción drástica de ingresos, cuando no el paro, la necesidad de ahorrar, etc., repercuten directamente en el mundo de la relaciones sociales a través del dinero disponible para este tipo de gastos. Muchos restringen sus encuentros y ponen excusas para no tener que salir y así ahorrar. Es la muerte social. Pero cuando la situación se extiende y agrava, la solución más lógica es asumir la situación y valorar lo importante, la compañía, por encima del lugar y el gasto.


La campaña realizada por Pau Gasol para una marca de cervezas sin alcohol, nos lo muestra en un elegante (y probablemente caro) restaurante comiendo con unos amigos. Al finalizar, le pide al camarero que le ponga "para llevar" la comida restante en unas cajas al efecto. La buena idea publicitaria se junta con la necesidad social del ahorro en una situación en la que la comida sobrante puede servir para una posterior. Esto choca mucho con la mentalidad española, mientras que es frecuente verlo en muchos países que entienden que es normal que uno se lleve a casa la comida que ha pagado y que no es de miserables comérsela después. Lo anormal (e indecente) es tirarla.
Recuerdo lo mucho que me chocó la primera vez que vi esta práctica, hace casi treinta años, a amigos extranjeros, alemanes y austríacos. Esto en España no se hace, pensé. Gracias a aquellos amigos pude ver entonces que la gente hacía también cosas tan raras como reciclar la basura en distintos cubos, ir en bicicleta a trabajar, etc.. Todas esas cosas que a nosotros, los españoles, nos hacían esbozar una sonrisa condescendiente. Hoy la mayoría lo hacemos con toda normalidad.


Poco a poco vamos venciendo esa reticencia a cambiar costumbres de hidalgos venidos a menos, empobrecidos por las crisis, y entrando en el reciclado y el aprovechamiento, algo que el español confunde con la pobreza y esta con la vergüenza social. La base de la cocina popular o tradicional (por más que sea la más olvidada) es el reciclado de los materiales sobrantes de los platos del día anterior. Nada sobra cuando todo falta.
Por eso la generosidad española tiene muchas veces algo de soberbia porque es en muchas ocasiones la ocasión de exhibir lo lejos que se está de la pobreza, aunque no lo esté. Las peleas de los españoles por pagar asombran a los ciudadanos del resto del mundo, que pagan cada uno lo suyo o lo reparten equitativamente sin que a nadie se le caigan los anillos, expresión muy española y reveladora de nuestra mentalidad. Igualmente me sorprendía, por ejemplo, que a una pareja se le preguntara habitualmente en los restaurantes alemanes "juntos o por separado" cuando se pedía la cuenta. Damos por naturales muchas cosas que no son más que el reflejo de las mentalidades, las trampas que las épocas "mejores" nos dejan como malas costumbres. Cuesta ser flexible y adaptarse a las situaciones nuevas, pero hay que hacerlo.

El español es muy dado a las apariencias, como nos han mostrado nuestros clásicos con la picaresca, a ocultar sus miserias luciendo con garbo su capa y escondiendo bajo ella los harapos. Hace días las portadas españolas reflejaban cómo Angela Merkel "reciclaba sus vestidos", repitiendo modelo en ocasiones señaladas. Deberían aprender muchos. Especialmente todos esos que sin un gran despacho, coche oficial y escolta se consideran poco más o menos que ofendidos; todos esos que cuando llegan a un cargo, lo primero que hacen es solicitar que les cambien el mobiliario, no vaya a ser que queden restos de alguna sustancia tóxica sobre los asientos en los que pondrán sus posaderas. El despilfarro político español tiene mucho de exhibicionismo. Y eso se traduce en despachos, obras faraónicas o aeropuertos fantasmas.
Desde hace un par de años es frecuente ver en las zonas de oficinas reuniones de ejecutivos en las cafeterías, incluso en las hamburgueserías. Las reducciones de los tamaños de las oficinas hacen más práctico y barato reunirse tomándose un café que mantener espacios más caros. Las comidas de negocios, igualmente, casi han desaparecido. Los ejecutivos lo llevan con naturalidad y discuten sus planes y se muestran sus ordenadores en medio de reuniones de adolescentes merendando tortitas con sirope.


En el mundo laboral es más sencillo el salto mental, ¡qué remedio! Con decir que así se es más competitivo es suficiente, lo entiende todo el mundo. Antes el éxito en los negocios se mostraba a través de las oficinas ostentosas y viajes en primera. Ahora no es lo más conveniente, desde luego. Como en la sociedad, lo que desaparecen son las clases medias. Quedarán algunas oficinas de lujo, con grandes despachos y salas de reuniones, y muchas otras con el centro de reuniones en la cafetería.

Son signos de que se empieza a vivir la crisis con cierta normalidad o resignación, como prefieran, de que se asumen sus efectos para no agravarla, en vez de negarla como hidalgos españoles. Esto es positivo porque al desastre económico no es bueno sumarle el trauma psíquico y social. Es mejor salir a tomarse una hamburguesa o un bocata con los amigos, con toda dignidad, que perderlos de vista enclaustrándose para ocultar que se ha producido un recorte en los ingresos. Es mejor tener oficinas pequeñas y reunirse en una cafetería que despedir personal.
Cada día hay más gente que lleva sus bolsas de comida a la oficina, cada vez veo más bicicletas en el tren, más ejecutivos en las cafeterías... Cuando era niño llevaba al colegio una cesta de mimbre y dentro unas tarteras de aluminio con la comida. Eran otros tiempos. Hoy, en parte han vuelto, en detrimento de comedores escolares cuyos costes muchas familias no pueden sufragar. La crisis se reparte en todos los niveles.
Por eso también —y con razón— no hemos vuelto todos mucho más intolerantes con el despilfarro, con los sueldos excesivos, con las prebendas en los cargos, etc. Llegarán tiempo mejores, ¡seguro!, pero no perdamos lo que estamos aprendiendo en esta crisis, que es mucho. Aprovechemos para enterrar ciertas mentalidades, tanto de nuevos ricos como de nuevos pobres.
Alabemos a los que repiten vestidos o despachos, por austeros, y no los critiquemos por aburridos.




viernes, 27 de julio de 2012

Asesinatos en escena (o Shakespeare no mató a César ni a Lincoln)

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En un desafortunado —a mí juicio— artículo de opinión en The New York Times, titulado "Don’t Blame the Movie, but Don’t Ignore It Either", el crítico Stephen Marche, liberando de responsabilidades a Christopher Nolan (¡faltaría más!), establece una serie de confusas comparaciones en las que parte de una bonita frase: "The theater, the place where we are supposed to purge our pity and horror, has been converted into a wellspring of horror itself."* Realiza una inversión de la función de la purga, en donde la gente ya no se libera en el teatro (o cualquier forma escénica, como el cine), sino que, por el contrario, se carga de violencia. El debate es viejo pero, por lo visto, no está superado.
No es lo mismo hablar del arte violento que de la violencia del arte. El arte es "violento" doblemente: en el sentido de que rompe con la tradición buscando nuevas formas y en el de buscar romper nuestra percepción del mundo. Eso ocurre, al menos, en el arte moderno, desde el siglo XVIII, en el que el modelo neoclásico de la "bella naturaleza" pretendió un arte que no molestara a nadie, que transcurriera como "un riachuelo en un prado". Una parte del arte dejó de querer entretener y se dedicó a ahondar en la naturaleza humana dando forma a sus demonios. Se convirtió en una forma de indagación en nosotros mismos, en lo bueno y en lo malo. La aspiración a estar en paz con los dioses deja paso a la revelación moderna de lo humano, demasiado humano.
The Joker no es un modelo de actuación; es la destilación estética de un mal vivo, que existe repartido por el mundo, y que el artista que le dio forma consiguió sintetizar. A las personas normales les resulta repulsivo y desasosegante; que exista gente que se pueda identificar con él, solo significa que partía de una verdad viva. El arte siempre imita a la vida. Y cuando la vida imita al arte, es porque el arte acertó previamente.


Se abren tres frentes en los que cada uno, según sus preferencias, puede descargar (purgarse, ya que estamos) su análisis: el de la crítica al arte violento; el de la crítica a las armas y a la violencia social que implica; y el de la psiquiatría, que se centraría en el asesino como conjunto de motivos e intenciones.

Vayamos primero el segundo punto —el de las armas—, que fue el primero que se planteó como petición a los candidatos a la presidencia, la reacción social ha sido el aumento espectacular de la venta de armas. Ya sea porque unos se sientan con miedo o porque otros teman el recrudecimiento de las condiciones de compra, lo cierto es que la sociedad norteamericana se ha rearmado tras el incidente de Aurora. No sé quiénes han sido, si eran personas dudosas sobre la posesión de armas y que se han decidido por miedo, o personas que han aprovechado para renovar su armario con armamento a la última moda. Las cifras son las cifras y no entran en la mente de la gente.
En el tercer punto, sí se trata de entrar en la mente de James Holmes. Las informaciones que han salido a la luz son confusas, pero parece que algunos psicólogos albergan ciertas dudas sobre su "locura" y creen que puede estar fingiendo. Es pronto para decidirlo, aunque llama la atención que alguien que comete una matanza de este tipo acumule tantos detalles para manifestar su locura. Contrasta en esto con el asesino Breivik, el criminal de Utoya y Oslo, cuya obsesión es que su causa política y racista no sea contaminada con la locura. Allí donde Anders Breivik desea ser considerado cuerdo, parece que James Holmes quisiera ser evaluado como loco. La sonrisa firme y desafiante de Breivik contrasta con la mirada perdida de Holmes; la pulcritud del primero, con el desaliño y descuido personal del segundo. También hay un importante contraste entre la locuacidad del noruego y el silencio verbal —no corporal— del criminal de Aurora. Ambos son asesinos, sin duda; está por ver si ambos están locos, de qué tipo y en qué grado.


El debate sobre la locura tiene también su camino sobre la prevención o detección de los casos. La sociedad pregunta a familia y vecinos sobre si no notaron nada extraño y la respuesta suele ser la misma: personas normales, atentas, cuidadosas, etc. En el caso de Holmes, ya se nos ha mostrado un vídeo de hace tres años en el que se ve a un joven estudiante presentando ante la clase unas dispositivas, exponiendo un trabajo. Todo normal. El envío a un profesor de su universidad, un psiquiatra, de un cuaderno con anotaciones y descripción del crimen que pensaba cometer —tal como ha informado toda la prensa—, es otro dato más que hay que tener en cuenta. Sin embargo, el sobre con el cuaderno no fue entregado durante una semana al profesor y, solo después de la matanza, la Universidad llamó al FBI al ver el nombre del remitente. Parece que Holmes tenía mucho interés en que su domicilio saltara por los aires con las bombas incendiarias, pero que tenía un interés especial en que ese cuaderno estuviera a buen recaudo.

Vayamos ahora con el primer punto. Decíamos que el artículo de Stephen Marche en The New York Times nos parecía desafortunado por dos aspectos. El primero de ellos es la comparación del caso de Aurora con el asesinato de Abraham Lincoln, el 14 de abril de 1865, cometido en un teatro. 
Durante la representación de la comedia Our American Cousin, aprovechando unas frases especialmente divertidas en las que el público, que conocía bien la obra, soltaba grandes carcajadas ("Don't know the manners of good society, eh? Well, I guess I know enough to turn you inside out, old gal — you sockdologizing old man-trap."), el actor John Wilkes Booth aprovechando el ruido, disparó al presidente Lincoln en la cabeza. Lo hizo al grito de "Sic semper tyrannis!", frase atribuida a Bruto durante el asesinato de Julio César. La frase está incluida desde 1776 en el escudo del estado de Virginia y se consideraba una advertencia a los tiranos.
Establecer la conexión entre el asesinato de Lincoln porque se produce en un teatro, con los asesinatos de Aurora, porque se producen en un cine, no aclara nada y sí trae más confusión, demasiada. 
El asesinato de Lincoln es un crimen político, parte de una conspiración de la que John Wilkes Booth fue el brazo ejecutor. Booth no era un loco y, por supuesto, el momento y lugar no tenían ninguna influencia sobre él, sino que fue el momento en que al asesino le vino mejor y en un espacio que como actor conocía bien. Booth no entró en la sala a matar a cualquiera, sino a su odiado presidente, a un tirano. Por eso la conexión es oscurecedora.
Señala en su artículo Stephen Marche:

Christopher Nolan — the director of the Batman trilogy — is no more to blame for the Aurora rampage than Shakespeare was to blame for the assassination of Lincoln. But just because there’s no responsibility doesn’t mean there’s no connection. The drama was both at the forefront of Booth’s crime and deeply in the background. He chose the location to give his violence a spectacular quality and he was motivated, at least in part, by its power. James E. Holmes’s madness, or whatever name we eventually come up with for what motivated him to kill 12 people and wound dozens more, also ran on the power of drama. He allegedly said “I am the Joker” before opening fire, and an employee at the jail where he was arraigned told a reporter, “He thinks he’s acting in a movie.” Real life had become drama. His rampage was theatrical in every sense.*

El meter a Shakespeare por medio es para establecer la asociación con la obra Julio César y por entender el crítico que Booth estaba representando fuera de la escena el papel de Bruto. Al no resultar rentable establecer conexiones con la farsa que se representaba en el escenario, Marche tiene que recurrir a una supuesta obra mental en la que Booth se vería como Bruto y Lincoln sería forzado a representar el papel de César. Muy interesante, pero ¿qué tiene esto que ver con el crimen de Aurora? Además, Bruto y César —se olvida de ello Marche— eran personas reales como lo fue su asesinato. Shakespeare no mató a César, no fue fruto de su imaginación.


Si es cierto que James Holmes gritó "I am the Joker" su elección fue una forma más de aterrorizar a sus víctimas en plena sesión de la película de Batman, en la que el recuerdo de The Joker estaría obviamente presente en los asistentes. No forma parte de su locura sino de su plan de acción en un entorno específico. Una inteligente y medida forma de paralizar a sus presas. Holmes iba disfrazado; Booth, no.
Lo peligroso de los razonamientos de Stephen Marche es que, por eliminación, lo único que queda coherente es la elección del espacio simbólico, el teatro mismo, el espacio de la representación: "just because there’s no responsibility doesn’t mean there’s no connection". Aristóteles indagó, además de en la idea de purga, también en el silogismo y la causalidad. "Conexión" es demasiado confuso. 
Pero Marche va más allá:

A new cliché has taken hold, though, one that insists on an absolute separation between violent art and real violence. Only a few hours after the shooting, Indiewire proclaimed: “Don’t blame the movie.” As if an army of cultural warriors was poised over the hill, ready to charge Warner Brothers.
The truth is that real violence and violent art have always been connected.*


La teoría de Marche se cierra con esa afirmación sostenida en un equívoco importante, como hemos visto. La violencia del arte y la violencia de la vida están conectados no por las causas que señala Marche, sino porque ambas forman parte de la experiencia humana. Es de una gran hipocresía pensar que en una sociedad rodeada de violencia, que hace de ella un gran negocio y una fuente de poder, la gente carga sus pilas en el arte. Pero lo más visible —el arte— siempre es mejor candidato que lo semienterrado —la violencia social—. No tenemos explicación para cuando el arte representa lo violento; sí tenemos, en cambio, toda clase de excusas para la violencia real —económica, religiosa, bélica, familiar...—.

Marche soslaya que John Wilkes Booth asesinara a Lincoln durante una comedia y en mitad de un chiste. Su crimen no tuvo nada que ver con el arte, ni con Shakespeare, ni con César. O tuvo que ver en la misma medida en que todo lo que experimentamos o conocemos nos moldea de mayor o menor forma. Pero no todo el mundo reacciona de la misma manera a los mismos estímulos.
Todas las personas que fueron a ver la película lo hicieron para divertirse. Todos menos uno, al que no le interesaba la película. Elaborar una teoría sobre la excepción es complicado. Hay personas que usan los objetos artísticos como los que utilizan la gasolina para prender fuego a edificios. La mayoría de la gente la usa para mover sus coches. Podemos establecer una teoría entre asesinos y gasolineras, si nos place. 
Habrá que esperar para conocer las verdaderas motivaciones que le llevaron a elegir el disfraz. El largo camino que le lleva a teñirse el pelo de naranja es el interesante; no la media hora de peluquería.

* "Don’t Blame the Movie, but Don’t Ignore It Either" The New York Times 26/07/2012 http://www.nytimes.com/2012/07/27/opinion/dont-blame-the-movie-for-the-aurora-shootings.html?hp