miércoles, 12 de septiembre de 2012

Una carta, muchas preguntas y algunas respuestas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hoy he tenido un día "global". Por mi despacho han pasado estudiantes españoles, chinos y egipcios. Concretamos los temas de sus futuras tesis doctorales sobre comunicación intercultural, sobre cómo eliminar barreras, evitar malentendidos, deshacer tópicos;  completamos los papeles administrativos en la rutina de las cartas de aceptación, y nos mostramos ilusionados con la perspectiva de contribuir a que el mundo se conozca un poco mejor. Con un poco nos conformamos.
Una estudiante egipcia me decía divertida que algunos españoles con los que se ha encontrado este tiempo han llegado a preguntarle si tomaba baños de leche de burra, como Cleopatra. Nos hemos reído y le he propuesto que mejor les cuente que todas las noches se venda como las momias antes de acostarse. Otros pensaban, me dijo, que debía llevar velo allí y que se lo quitaba aquí. Lo mismo ocurre con los estudiantes chinos cuando salen las discusiones en clase sobre la distorsionada imagen que se pueda tener de ellos, su cultura y desarrollo. No nos conocemos y no sé si nos interesa.

Todas estos estudiantes, gente que ha apostado por vivir como puente entre dos culturas, que tienen conocimientos de las lenguas y de la realidad de cada país, se desesperan cuando ven reproducidos en los medios o en boca de las personas los tópicos más necios o infames, la ignorancia limitada al absurdo. Les digo a todos que es su tarea despejar el camino de basura y adentrarse en ese conocimiento recíproco que alivie los malentendidos y las crisis.
Cuando en la tarde llego a casa, me encuentro, en el correo de Facebook, con un texto que me envían desde Egipto al hilo de la crisis abierta por los asaltos a las embajadas de Libia y Egipto con motivo de la proyección de un desconocido hasta el momento documental sobre la vida de Mahoma, con el despreciable Terry Jones de animador y con el 11-S como fecha conmemorativa. 
El texto está compuesto por una serie de preguntas, una auténtica ráfaga tormentosa de cuestiones sobre la situación que se vive por una persona que está situada en el ojo del huracán, que contempla las manipulaciones, la maniobras para destruir la convivencia. Y le surgen decenas de preguntas, suposiciones, sospechas.
Tras leerlo esta es mi carta de contestación, el texto que le he hecho llegar por la misma vía que me envió el suyo. En la medida que pueda servir a otros —a mí mismo—, lo reproduzco aquí con alguna ampliación:

Hola, M...! Son muchas preguntas las que te haces :) Podrían ser muchas más. Yo no tengo respuestas a muchas de ellas y trataré quizá de contestar a algunas en estos próximos días. No es fácil responder porque vivimos en un mundo de malentendidos donde hay demasiados intereses en que unas cosas salgan bien y otras salgan mal. Pero la cordura es un elemento que nos pertenece a cada uno y el que quema el Corán o el que quema una embajada es responsable de lo que hace, lo haga en nombre de quien lo haga. El problema es a cuántos consideramos responsables de ello y a quién castigamos y si somos más injustos cuando queremos ser "justos". El mundo es muy complicado. Y ahora pequeño.
Te mando algunas respuestas parciales a lo que me preguntas con cosas que escribí antes, cuando lo de Terry Jones [ver entrada], por ejemplo, o sobre el acoso del Eid [ver entrada] o anteriores, porque no es solo a las cristianas a las que se les acosa. El que crea eso es tonto o está manipulado. Es un tema que me preocupa y del que he querido enterarme porque lo he visto con mis propios ojos sobre mis amigas paseando por El Cairo.
El mundo es muy complejo y no hay respuestas sencillas para casi nada. Una respuesta sencilla es quemar libros o fotos o quemar personas. Lo suelen hacer las mentes más simples, que tienen el mundo muy claro. Me encanta que te hagas preguntas porque es señal de que te importa realmente lo que te rodea. Es más importante tener preguntas que matar gente, bombardear casas o incendiar iglesias o mezquitas. A veces la vida es como un castillo de naipes que hay que ir reconstruyendo cada pocos niveles. Se nos cae con un soplo de viento o un movimiento de la mesa. Es triste, pero es así.
Es desesperante, en efecto, ver lo que cuesta avanzar y que por cada paso que se avanza hay dos de retroceso. Es triste ver que en el mismo escenario en el que se daban las gracias a los Estados Unidos por evitar los bombardeos de Gadafi sobre la población, se asalte hoy, unos meses después, su embajada y se asesine al embajador, alguien que fue expulsado por el dictador por su apoyo a los rebeldes libios, además de a otros miembros del personal diplomático. Muertes absolutamente injusta e inútiles. Ellos no son los "Estados Unidos"; son seres humanos.
Son muchas personas las que discuten en el mundo cada día intentando cambiar la imagen de los países árabes e islámicos, tratando de hace ver a sus compatriotas que es posible el diálogo y la colaboración, pero al igual que tú piensas que se desmorona lo que se consigue, también lo piensan muchos otros, que ven que cada vez es más difícil explicar muchas cosas, como por qué quienes deberían ir hacia adelante, van realmente hacia atrás.
Me duele leer cada día la opinión de personas que dicen que es una pena que se libraran de los dictadores. Sé el daño que os han hecho. Sé que es tan injusto confundir al reverendo Terry Jones con los "Estados Unido" como confundir a los "libios" y los "egipcios" con los que han asesinado al embajador o asaltado las sedes diplomáticas. Lo sé y cada vez que leo noticias así, recuerdo las caras de todos las personas valiosas y sensatas que conozco en esos países, como tú misma, y trato de evitar cometer el error injusto de la generalización. Creo que hace tiempo que aprendí a no caer en esa tentación por personas como vosotros que me hicieron ver que las generalizaciones —"Occidente", los "árabes", los "egipcios", los "españoles", los "cristianos"...— no son más que mentiras fáciles en las que lo peor se toma como norma.
Creo que lo mejor es que las escriba más allá del correo porque no son solo tus preguntas sino las mías, las que me hago cuando veo los titulares o leo los comentarios que suscitan. Y creo que las de muchos más que ven con desesperación que los muros de la irracionalidad, de la intransigencia y de la intolerancia siguen creciendo, elevándose cada vez más altos, justificándose la intransigencia de unos en la de otros.
Te preguntas sobre las conspiraciones y sobre a quién beneficia o perjudica esto. No sé si todo ocurre intencionadamente o no. Sé, por ejemplo, que esto complica la visita de Mohammed Morsi a USA y sé que complica la política internacional de Barack Obama de cara a su reelección. Sé que beneficia a los republicanos; sé que beneficia a los partidos integristas, para los que es importantes mantener aislado al pueblo; sé que beneficia a los partidarios de los dictadores, que justifican así la necesidad de orden y autoridad; sé que beneficia, en fin, a todos los que no creen que pueda existir paz en esas tierras sometidas a demasiadas carcomas.
¿Perjudica a alguien? Sí. A todos vosotros; a los que creen que es posible un futuro para unos pueblos pisoteados por dictadores, visionarios y colonos, que necesitan salir del fondo cavernoso en que han vivido y muchos pretenden que sigan viviendo porque les resulta rentable. ¿Los enemigos están fuera, son conspiraciones como querían Mubarak, Gadafi, Al-Assad...? No. Los principales enemigos están dentro y se llaman intransigencia, manipulación e incultura, tres condiciones con las que es fácil convencer a aquellos que no quieren ni necesitan saber más de nada para que griten, asalten o maten. Ese es el verdadero enemigo; el más difícil de combatir. Esa es vuestra verdadera guerra.
No hace falta un genio para hundir el mundo; basta un imbécil.
Los países son adultos cuando asumen su propia responsabilidad en los bienes y en los males que les ocurren. Solo así pueden remediarlos. Son los niños los que echan las culpas a otros de lo que les ocurre. Tahar Ben Jelloun escribió al hilo de las revoluciones:

En las grandes manifestaciones no se ha escuchado ningún eslogan contra los otros, los extranjeros, los europeos o los israelíes. Esta vez los árabes han tomado su destino entre sus manos y han decidido subirse al tren de la modernidad sin alegar coartada alguna, sin culpar al resto del mundo. Lo que hagan con esa dignidad recuperada depende de ellos. (14)*

Creo firmemente en lo que dice Ben Jelloun, el escritor e intelectual marroquí, premio Goncourt, con todas sus consecuencias. Desde que el pueblo se levantó para recuperar su dignidad y libertad es responsabilidad de todos y cada uno. Son los que agitan las banderas contra otros los que se muestran incapaces de construir su destino más que como miedo o ira, fuerzas autodestructivas de la libertad. Los pueblos son libres porque creen que su destino está en sus manos. Hay que creerlo y practicarlo. Si no, las fuerzas negativas lo arrastran hasta el fondo del pozo de la historia.
Son muchas preguntas sin respuestas. Cada día más. Preguntarse es necesario; también avanzar, no dejarse llevar por los vientos ciegos que arrastran a la irracionalidad, el peor caldo de cultivo y del que nada puede salir.
Seguiré apostando —como lo hizo el embajador Christopher Stevens, un enamorado de Oriente Medio— por las personas, separando el trigo de la paja de la generalización; creyendo que es posible construir algo con buenas personas. Lo intento cada vez que nos sentamos a pensar una tesis o un proyecto de investigación, un curso que impartir. Cualquier cosa que me ayude a comprender mejor a los que son distintos en muchas cosas, pero semejantes en muchas otras. No sé si sirve de algo, pero lo intento. Sé que muchos otros, desde allí lo hacen también.

* Tahar Ben Jelloun (2011): La primavera árabe. Alianza, Madrid.







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