miércoles, 12 de septiembre de 2012

La flauta y la justicia

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En la obra que el premio Nobel de Economía Amartya Sen dedicó a repensar la idea de Justicia, hay, lógicamente, pasajes dedicados a debatir las ideas de John Rawls sobre la justicia como equidad, una de las teorías más influyentes y citadas del pasado siglo en la Filosofía práctica, la Ética, el Derecho y, en general, en cualquier campo en el que lo que yo decida pueda afectar a los otros.
Escribe Amartya Sen en La idea de la justicia:

En el corazón del problema particular de una solución imparcial única para la sociedad perfectamente justa radica la sostenibilidad de las razones plurales y rivales para la justicia, que tienen todavía aspiraciones a la imparcialidad y que no obstante difieren unas de otras y compiten entre sí. (44-45)*

Plantea Sen el problema real de que no existe una forma única de justicia, sino el problema más espinoso, frecuente y humano de tener que elegir entra opciones que tienen todas ellas su sentido y justificación. Plantea el siguiente caso práctico en que "hay que decidir cuál de tres niños —Anne, Bob y Carla— debe tener una flauta que ellos se disputan" (45).

Amartya Sen
Anne, nos dice Sen, reclama la flauta porque es la única de los tres que sabe tocarla. No hay duda respecto a eso y nos parece que lo justo sería que la aprovechara quien realmente va a tocarla. Anne sería nuestra candidata. Pero, nos avisa Sen, Bob reclama también la flauta exponiendo un nuevo argumento que abre un "escenario alternativo" para considerar quién debe tener la flauta. Bob expone que es el único que no tiene juguetes; la flauta sería su único entretenimiento. El argumento de Bob parece sólido también; es justo que tenga algún juguete, como los demás. Y nos hace dudar.
Para complicar más las cosas, Carla, la tercera en discordia, resulta ser la que fabricó la flauta. Estaba tranquila hasta que los otros dos llegaron con sus reivindicaciones. También parece justo que si es ella quien ha fabricado la flauta la disfrute. Nos dice Amartya Sen:

Tras escuchar a los tres niños y sus diferentes líneas de argumentación, hay una decisión difícil que tomar. Los teóricos de diferentes persuasiones, como los utilitaristas, los igualitaristas económicos o los libertarios pragmáticos, pueden opinar cada uno por separado que existe una solución justa e inequívoca que salta a la vista y que no hay dificultad alguna en avistarla. pero casi cada uno vería una solución diferente como la obviamente correcta. (45)

John Rawls
Una de los aspectos más negativos de la visión partidista o maniquea de la realidad es pensar que existe un solo criterio para la valoración de las cuestiones que se nos plantean. La dificultad de la justicia es encontrar primero el marco en el cual se pueda aplicar, no dejarse ninguna perspectiva sin considerar. Antes de decidir qué es "justo", tenemos que decidir qué vamos a entender como "justicia". Y eso  no suele ser sencillo porque es una toma de posición previa sobre qué valoramos más, como en el caso de los tres niños que reivindican la flauta.
Hoy me acordé de los niños y la flauta cuando asistí y participé en una acalorada discusión en la que el problema que se planteaba era bastante similar. Los recortes económicos que han llegado a los colegios están acumulando argumentos, nuevos "escenarios" diría Sen, para poner encima de la mesa cuando se han de tomar decisiones sobre becas de comedor, de libros, por ejemplo.
La cuestión real de la justicia en el caso expuesto no es quién tiene "razón", sino que solo hay una flauta. La "flauta-recurso" puede ser insuficiente para satisfacer los deseos de los tres interesados. Las personas que tienen que repartir los pobres recursos que les van llegando se encuentran en una situación crítica porque es mucho más fácil hacer justicia distributiva cuando hay mucho que distribuir. Las personas que están en los Consejos escolares y a las que les toca "distribuir" no lo tienen fácil cuando han aumentado las peticiones de ayudas y se recortan los recursos. Es este aumento de la tensión crítica el que desespera a las personas a las que les gustaría ejercer más que la justicia, la generosidad. El justo tendrá que decir a unos que sí y a otros que no; al generoso, le gusta decir a todos que sí, algo que no siempre es justo.


Como en el caso de Sen, se enfrentan los que consideran que las becas deben ir a donde mejor se van a provechar y los que piensan que hay que usarlas para equilibrar a los que menos tienen. Pero la auténtica cuestión, la que da otra vuelta de cuerda, es el aumento de los casos de las personas que habitualmente no han solicitado becas y que ahora, debido a la crisis económica, se ven obligados a pedirlas, frente a los casos de los "destinatarios naturales" de las becas, cuyo desaprovechamiento es, en muchos casos, probado. Se plantea entonces una lucha por los recursos digna de la naturaleza.
Hemos desarrollado un estado rico, bueno y, en algunos momentos, demagógico. Es fácil ser distributivamente justo cuando se es rico; es más difícil (y meritorio) cuando se comparte lo poquito que se tiene. En las claras situaciones de deterioro social que estamos padeciendo, en donde la merma de los recursos familiares es notoria por el aumento de los desempleados en las familias, extinción de los subsidios, recortes de los ingresos, aumento de los gastos, de los impuestos, etc., se tendrán que reconsiderar muchas situaciones en la que las cosas que antes eran "justas" pueden —sin dejar de serlo— quedar relativizadas por el aumento de "niños" con buenas razones, es decir, por la aparición de nuevos argumentos provenientes de las necesidades sobrevenidas. Hay más pobreza, sencillamente.


La justicia distributiva o la forma de distribuir los recursos depende de dos circunstancias: los recursos asignados y los casos planteados. Es obvio que ambos están interrelacionados y que no pueden ignorarse. El problema ya no es cuál de los tres niños tiene razón, sino que el número de niños pretendientes a la flauta haya aumentado, que crezca sin cesar, y todos tengan tan buenas razones —tan justas— como los demás.
El problema ahora —y esto no lo plantea Amartya Sen en el ejemplo— que los tres niños exijan que solo se decida entre ellos y los nuevos pretendientes a la flauta dejaran de ser considerados aunque tengan razones poderosas.
La crisis económica hace aumentar los casos y estudiar y evaluar -con mucho tiento y ajuste- cómo se han de distribuir los recursos. De no hacerse así, se estará abriendo la puerta a una reconsideración general del sistema de distribución mismo que empezara a ser fuente de conflictos porque se le considerará injusto.
Nadie dice que ser "justo" sea fácil, entre otras cosas porque siempre se barajan situaciones complejas. Por eso hemos profesionalizado la Justicia. En general, no solo es difícil, sino complicado y, aunque no se diga, el resultado deja muchas veces un fondo de duda, cuando no de insatisfacción por las decisiones tomadas.
La justicia no es solo cosa de los jueces, claro. El profesor que corrige los exámenes, por ejemplo, debe serlo. Ser justo no es solo poner la nota justa: es cuestionarse qué tipo de prueba es la más adecuada para obtener un resultado más próximo a la realidad de lo que el alumnado merece. Crea normas generales que le llevan muchas veces a auténticos conflictos porque ninguna norma general puede atender la casuística que se le presentará. Y muchas veces tendrá que elegir entre llevar a rajatabla esas normas o entender que la vida tiene muchas grietas y que se puede ser injusto aplicando la justicia en forma ciega, como quiere el tópico.


Mi amiga probablemente tendrá que seleccionar algunas personas que no se lo merecen pero tienen los requisitos, y dejar fuera personas que se lo merecen porque no hay más recursos. Es duro tener que aplicar una norma pensando en conciencia que no es del todo justa porque se han reducido las ayudas y los que antes tenían ahora no tienen y también necesitan.
El Estado no quiere admitir más "pobreza" que la "oficial", que es la que ya ha incluido en sus presupuestos, y no suele escuchar las variaciones hasta que no haya que plantearse los nuevos presupuestos en los que recoger las situaciones nuevas. Ya se discutirá entonces.
La situación ideal que algunos apuntan, que haya tres flautas, no es "justicia" es poco sentido de la realidad o ingenuidad o demagogia. Eso no pertenece al ámbito de la justicia distributiva, sino al político. Hay "una" flauta, aunque los niños sean ahora seis y mañana doce. Pero por eso la llaman "crisis".


Por eso es esencial ser lo más justo posible; porque hay poco que repartir. Ser justo es contemplar todas y cada una de las circunstancias y tratar de evitar los automatismos. Después, actuar en consecuencia. La justicia distributiva no es fácil de aplicar porque es dinámica; hoy da y mañana quita, porque hay otros más necesitados que tú.
Lo único que sacamos en claro de nuestro debate es que, hiciera lo que hiciera, mi amiga acabará teniendo la culpa de toda la frustración y enojo que causen los resultados a los afectados, que nunca podrán quedar todos satisfechos. Si por ella fuese, no se quedaba nadie sin cubrir sus necesidades. Pero eso no es justicia. Si fuese su dinero y fuera millonaria, se dedicaría a la filantropía, algo que ya hace al participar en su comunidad escolar y dedicar su tiempo y esfuerzo a los demás. Pero eso no le importa a nadie porque solo quieren "justicia".
Las crisis ponen a prueba muchas cosas.

* Amartya Sen (2010).  La idea de la justicia. Madrid, Taurus. 449 pp.






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