viernes, 31 de agosto de 2012

Morsi y el error geográfico o ¿perdón?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
 No sé si hay que creerse las cosas que dice Irán, pero acaban de cometer una de esas acciones por las que pierdes bastante credibilidad, que es un bien cada vez más escaso. Nos cuenta hoy el diario Le Monde que los discursos del presidente egipcio Morsi en la cumbre de los países no alineados en Teherán ha tenido una serie de malentendidos y problemas en la traducción de sus discursos, probablemente por la mala acústica de la sala. Nos dice el diario:

M. Morsi a déçu ses hôtes iraniens lorsqu'il a dit : "La révolution en Egypte était un pilier du printemps arabe, elle a commencé quelques jours après la Tunisie, a été suivie par la Libye et le Yémen et aujourd'hui la révolution en Syrie [vise] le régime oppressif [de ce pays]". Pourtant, les traducteurs simultanés du sommet, retransmis en direct sur deux chaînes de la télévision nationale, n'ont pas hésité à remplacé "la Syrie" par "le Bahreïn". Quand Morsi a appelé l'opposition syrienne à serrer les rangs, encore une fois, c'est l'opposition du Bahreïn qui a été mentionnée.*

Los que parece que sí lo entendieron bien, en cambio, fueron los de la delegación oficial siria, que abandonaron la sala, aunque puede que lo hicieran para consultar un diccionario y los mapas de la región. 


Morsi tenía que trasladar en su discurso como presidente saliente del movimiento de los no alineados la crítica a la masacre continúa que Bachar al Assad está perpetrando contra su pueblo y así lo hizo apoyando su revolución y deseos de libertad. Pero las autoridades iraníes no estaban dispuestas a que lo que los demás opinan de cualquier asunto les estropee su concepción fundamentalista, retrógrada y manipuladora. Ya habían tratado las autoridades iraníes de apuntarse un éxito interno mostrando a su pueblo que cuentan con un apoyo que no tienen, según se ha mostrado. Irán pensó que el relevo de los militares en Egipto iba a cambiar, por efecto pendular, respecto a la posición de enfrentamiento mantenida por los militares. Sin embargo, una vez más, Irán se equivocó.

El movimiento de los países no alineados tuvo su origen con las figuras del egipcio Nasser, el yugoeslavo Tito y el hindú Nehru. En plena guerra fría, muchos países trataron de escapar a la dinámica internacional que implicaba la división del mundo en dos bloques. Hoy la política internacional es otra en un mundo globalizado y de alianzas y fobias muy diversas. La presidencia iraní puede acabar con el movimiento, pues esto ha sido solo el comienzo.
La visita de Mohamed Morsi había sido muy criticada dentro y fuera de Egipto. Morsi la justificó por la presidencia egipcia del Movimiento. Es la primera visita de un presidente egipcio desde la revolución de los ayatolas es 1979. Los motivos van más allá de las diferencias con los chiíes.

Entre los oyentes estaba nada menos que el presidente egipcio. Mohamed Mursi, que se ha impuesto rápidamente (y contra pronóstico) a los militares en su país y cuyo viaje es una decisión llena de significado: nunca un jefe de Estado egipcio visitó Teherán desde la revolución iraní de 1979 y en El Cairo no han perdonado que el régimen revolucionario rotulara una calle de la capital con el nombre (Jalid Islambuli) del oficial yihadista que asesinó al presidente Sadat en 1981.**


Morsi ha aprovechado el viaje a Teherán para crear su propia línea de apoyo interno y externo. Quizá sea más importante el viaje en clave egipcia por el simbolismo que adquiere tras las denuncias de Siria y la reivindicación de la "primavera árabe". Morsi se sigue manifestando "hijo de la revolución" y mostrándose como el garante y resultado de la misma, por más que puedan existir en el propio Egipto opiniones contrarias. Las denuncias cuestionando el acaparamiento de poder por parte de la Hermandad Musulmana no cesan, especialmente en lo referido a la guerra por el control de la información, que es un tema recurrente. Si Morsi quiere ser el "resultado" de la revolución, debe asumir sus deseos de libertad y hacer que se respeten creando las condiciones para la convivencia de toda la sociedad egipcia. En Irán le acaban de dar un buen ejemplo de lo que supone el control absoluto de la información.

Criticando a Siria en Teherán, Morsi ha puesto a su favor las reticencias y suspicacias de Occidente —especialmente de los Estados Unidos— respecto al viaje. Irán está vinculándose cada vez más peligrosamente con el régimen criminal de al Assad. Señala el diario El País:

[...] las últimas semanas han dejado al descubierto cada vez más la intensa actividad iraní en Siria, con varias capturas por parte de las tropas rebeldes de ciudadanos iraníes —peregrinos, según Teherán; agentes y militares infiltrados, según los insurgentes—. El interés iraní en la supervivencia del régimen de Bachar el Asad es claro. Pero un apoyo tan activo es una apuesta muy arriesgada, ya que puede romper todos los puentes con los probables futuros líderes del país, y minar el nexo que une a Teherán y Hezbolá. Los riesgos asumidos con sus acciones en Siria y en el terreno nuclear pueden tener consecuencias desastrosas para Irán, pero están muy calculados.***

El futuro de al Assad y su régimen es negro, creado muerte a muerte, crimen a crimen. Haga lo que haga, Bachar al Assad está muerto política e internacionalmente. Ha pasado a engrosar la lista de los criminales de guerra contemporáneos, de los exterminadores de sus propios pueblos. El amparo que obtiene de Rusia y China es el mismo que le sirvió de poco a Gadafi en Libia. Solo logró prolongar la agonía de su pueblo, que canalizó su odio al tirano cuando logró sacarlo de debajo de las piedras en las que se escondía. Irán no es China o Rusia, países a los que se critica por ello, pero a los que es difícil presionar por motivos obvios.


La manipulación traductora iraní es ridícula, pero ha venido bien a los que la han sufrido, ya que Morsi puede regresar a casa convertido en un "enemigo oficial" del régimen de los ayatolas, un sistema teológico político orwelliano. Con sus problemas de "acústica", Teherán ha mostrado, además, debilidad, ya que no puede permitirse el que otros países manifiesten discrepancias sobre sus posturas oficiales ante su propio pueblo. Necesita, está claro, de la manipulación informativa.

La revolución integrista persa ha sido un condicionante histórico del desarrollo del mundo árabe islámico, ya que temían que se iniciaran movimientos paralelos en otros países. El "no convertirse en otro Irán" ha sido un elemento básico del que casi todos han tratado de defenderse y que reforzó las políticas pro occidentales de muchos regímenes, incluidas las dictaduras. Estas cayeron finalmente no por una revolución integrista, sino por una demanda de libertad, que es la que se debe preservar alejándose de las tentaciones contrarias. Irán no es el camino de ninguna liberación, solo un oscuro absolutismo poco fiable e intrigante.
La burda manipulación de la traducción simultánea del discurso de Mohamed Morsi eliminando las menciones críticas a Siria y convirtiéndola en Bahréin —país de mayoría chií, como Irán, y gobierno suní— quedará en los anales del control informativo.
"¡Cosas del directo!", que suelen decir los profesionales de los medios.

* "A Téhéran, M. Morsi défend la révolution syrienne et les traducteurs font semblant de ne pas entendre" Le Figaro 30/08/2012 http://keyhani.blog.lemonde.fr/2012/08/30/a-teheran-morsi-defend-la-revolution-syrienne-et-les-traducteurs-font-semblant-de-ne-pas-entendre/
** "Irán, los 'No Alineados' y la región" Qué! 30/08/2012 http://www.que.es/ultimas-noticias/internacionales/201208301638-iran-alineados-region-rc.html?anker_4
*** "Teherán resiste el cerco de Occidente" El País 30/08/2012 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/08/30/actualidad/1346354234_493209.html





jueves, 30 de agosto de 2012

Made in Spain

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El diario ABC presenta hoy dos textos complementarios en muchas cosas, la carta que los ingenieros españoles han enviado al ministro y la entrevista al presidente de los empresarios españoles, Juan Rossell. Creo que ambas manifestaciones tienen interés por lo que aportan en cada caso como percepción de las necesidades y también de las diferencias entre ellas en la valoración de causas y soluciones.
La visión de los ingenieros respecto a la de los empresarios es diferente porque son los segundos los que deberían dar cancha a los primeros. Cuando unos y otros emigran, lo hacen a distintos sitios y con cosas muy distintas en la maleta y en sus cabezas.
Los ingenieros critican sobre todo el modelo de desarrollo español, del que es en buena medida responsable el sector empresarial que ha apostado por un modelo diferente en estos años. Los políticos, por otro lado, han escuchado poco a los ingenieros y suelen reunirse con los empresarios, como ha hecho el Rey ayer para analizar la crisis económica y mandar una señal de que se está haciendo algo más que la gresca autonómica cantonal con la que nuestros políticos demuestran una vez más que les falta altura histórica y sensibilidad social para los problemas reales. Las chicharras cantan a la hora de más calor.


Los ingenieros son muy claros y rotundos. Comienzan con algo que nos hemos aburrido de repetir aquí, pero que es necesario hacer de nuevo:

España no puede seguir viviendo solo del turismo. «Un país necesita industria», recuerda Mario Armero vicepresidente de (Anfac) Asociación de automóviles de España), la principal bandera del sector industrial de nuestro país con un 10% del PIB en sus manos. Sin embargo, el Estado se ha resistido a aprenderse la moraleja durante los años de bonanza y ahora se la encuentra de frente: España necesita producir.*

"Trabajar" y "producir", aunque popularmente puedan parecer lo mismo no lo son. Existe un problema del "desempleo" y otro del "empleo". Los ingenieros ponen el dedo en la diferencia y reclaman un modelo productivo distinto que genere un empleo también distinto: «La industria es el principal soporte de nuestras exportaciones, y el empleo que genera es de mayor calidad que el de los otros sectores»*. La calidad del empleo no solo se debe medir por la cuantía de los sueldos y por su duración, sino por el resultado productivo en el conjunto de la economía nacional. Ese es el gran debate ausente:

Los ingenieros españoles temen que la compleja situación económica de nuestro país haya desplazado a un segundo término «el importante debate sobre el modelo productivo deseable para la sociedad española» y así se lo han hecho saber al ministerio de Industria en la carta que le han enviado.*

Ese, efectivamente, debería ser el tema puesto permanentemente encima de la mesa. Sin embargo, no aparece en ningún momento en el centro de la discusión, como bien temen los ingenieros. Más bien no hay discusión alguna, solo enfrentamiento. Cero en diálogo.


La ausencia de un modelo productivo —nacional, autonómico, local— significa abandonar a sus propias fuerzas el crecimiento, algo que en la teoría (neoliberal) es muy bonito, pero que en la realidad ha supuesto el desarrollo de un modelo mediocre de crecimiento, basado en el maridaje de ladrillo y turismo, con comercio alrededor, la creación artificial de demanda de construcción y bienes con el consiguiente endeudamiento familiar, y el estallido final de una burbuja que ha arrastrado todo nuestro sistema financiero. Ha sido un crecimiento endeudado y especulativo, un ilusionismo económico del que solo es posible recuperarse mediante el cambio de modelo productivo que cree un crecimiento estable y real.


La desesperación de los ingenieros es que sabiendo su potencial, su capacidad de trabajo, se ven, ante la ceguera institucional y empresarial, obligados a emigrar a lugares que se aprovechen de ello. El mal es doble porque no solo se da a otros la posibilidad barata (nosotros asumimos el gasto de formación) de competir con nosotros con nuestros propios ingenieros desde Alemania, Francia o China, sino que perdemos la capacidad de hacerlo algún día.
Y es aquí donde entran en conflicto con los empresarios, al menos con los que han creado el modelo actual basado en la construcción, el turismo, los viajes, el comercio de importación, etc., es decir, todos aquellos sectores en los que no hacen falta ingenieros porque no se produce. Los ingenieros distinguen —y hace bien— dentro del empresariado:

La carta hace especial hincapié en la necesidad de apostar por el I+D (en volumen de inversión, pero sobre todo en resultados), ya que «los sectores industriales más intensivos en tecnología están sensiblemente menos desarrollados que en otros países en niveles parecidos de renta». Un problema que no responde a su cantidad, sino a su calidad: «Nuestros empresarios de los sectores intensivos en tecnología son buenos, muy buenos: lo que ocurre es que son pocos». Por eso es necesario dar alas a los jóvenes que quieran emprender en el negocio de la ingeniería. Por ejemplo «hacen falta mecanismos para estimular los «spin offs» (centros empresariales en universidades o centros de investigación).*

Pocos y bastante abandonados. Y es esencial que estos sectores punteros se desarrollen para absorber nuestra desmoralizada y desperdiciada juventud, víctima principal de esta creación pobre de empleo, poco y de mala calidad, tanto en producción como en sueldo.
La ceguera política ha tenido como lazarillos a otro tipo de empresarios, a los que les ha interesado que les allanaran el camino a sus sectores especulativos. Lo que los ingenieros piden es necesario y urgente: crear un sector productivo puntero, competitivo, exportador. Potencial se tiene, pero no es precisamente el sector que se ha apoyado. Hay que conectar la investigación con la ingeniería, pero para eso hace falta tener buenos empresarios.
Cuando leemos la entrevista con Juan Rossell, el presidente de la CEOE, nos encontramos con coincidencias y divergencias. Rossell tiene una visión política que nos debería sonar por repetida:

-¿Cómo ha llegado España a esta situación?
-En este siglo España ha sido el país que más empleo ha creado en Europa, aunque desde el tercer trimestre de 2008 estemos en una catástrofe de PIB y destrucción de empleo y esa tendencia no sepamos pararla. No nos dimos cuenta de la enfermedad a tiempo y hemos sido los más lentos del mundo en tomar medidas contundentes. Entre 2007 y 2009 la diferencia entre gastos y [sic] ingresos respecto al PIB cayó 13 puntos y de superávit se pasó a déficit. Los que llevaban el mando no se pusieron en guardia; con crecimientos brutales de ingresos hubo mucho despilfarro local, estatal y autonómico. A ello se unió una burbuja crediticia, había dinero para todo y barato. El sector privado se endeudó muchísimo y la deuda pública evolucionará hasta el 80% del PIB a final de este año. Aunque, hay que decirlo, es aún inferior a la de Alemania.**


Este análisis resumido es la versión estándar de nuestra situación, la versión oficial de la "enfermedad". Se repite una y otra vez sin entrar en el problema ni explicar porqué se produce esa caída en picado ni porqué, como dice el propio Rossell, "no sabemos pararla". Sin embargo, la respuesta está implícita en sus palabras: ha sido el endeudamiento —el despilfarro— el que ha actuado como motor del crecimiento. Por eso el parón es absoluto cuando se cierran las puertas por las que salía el dinero, bancos y administración. Es una crisis paralela a la norteamericana —deuda pública más endeudamiento privado por la construcción y el consumo, pérdida de industria— solo que sin haber logrado desarrollar una capacidad productiva como la de los Estados Unidos. Copiamos los defectos, no las virtudes. USA tiene el dólar, que controla y con él a sus deudores, como China; nosotros tenemos el euro, que controla Alemania, y tenemos deudores a los que tampoco controlamos.

Por contra a lo que opine Rossell, ningún país que tenga una economía sólida se viene abajo de la forma que lo ha hecho la nuestra y eso solo es posible porque su "motor" está trucado y se ha fundido. Ese dato repetido de la creación de empleo no es más que un mecanismo propagandístico de un modelo obsoleto e impúdico que ha ido viciando todo nuestro sistema, por mucho que luciera su oropel.
No deja de ser curioso que la mayor parte de la opiniones de nuestros empresarios sobre cómo salir de la crisis se centren en la reforma de la administración y no en la reforma del empresariado, que es donde debrían aportar ideas que, sin embargo, brillan por su ausencia. Mucha crítica pero poca autocrítica. Tras entrar salomónicamente en la polémica política sobre quién es más despilfarrador, si las autonomías o la administración central, a Rossell la hacen la pregunta clave:

- ¿El secreto para España, como Alemania, está en exportar?
-Si Europa no exporta no tiene futuro, como España. Y aquí nuestro país sí tiene datos positivos, 120.000 empresas españolas exportan por todo el mundo. En mayo las exportaciones crecieron un 6,2%, un 2% entre enero y mayo. Con la ventaja de que está cayendo el euro respecto al dólar a nivel mundial. Exportar es la clave para salir de la crisis.**

Pues entonces, estimado señor Rossell, si usted, que es ingeniero, sabe que es la única receta posible y la única deseable —aunque a una parte de la CEOE y de los políticos le gusten más otras opciones— es la exportación de lo que se produce, reclamen al gobierno un modelo de crecimiento productivo acorde con las necesidades y posibilidades de la sociedad española, un país habitado y habitable, no solo un país "visitable" por los extranjeros y "abandonable" por los nacionales, un país que se conozca por nuestros productos industriales y agrícolas.
Menos "marca España" y más "made in Spain".

* "Los ingenieros al gobierno: España necesita producir" ABC 30/08/2012  http://www.abc.es/20120830/economia/abci-ingenieros-recuerdan-gobierno-industria-201208291630.html
** "Rosell: «La situación es agobiante, pero no una catástrofe»" ABC 30/08/2012 http://www.abc.es/20120730/economia/abci-rosell-ceoe-empresa-201207301042.html




miércoles, 29 de agosto de 2012

Charlatanes y bocazas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La relación entre las palabras y las ideas siempre han interesado a lingüistas y filósofos. Ya Platón señalaba que existía una degeneración desde la idea a la palabra, que necesitaba concretarse en material fónico, y finalmente en la escritura, algo todavía más imperfecto.
Lo que no podía imaginarse nadie es la cantidad de palabras sin ideas detrás, una auténtica epidemia moderna. Necesitada del discurso, de la declaración, de la proclama, la época moderna sucumbe ante el peso de los significantes: sonidos y trazos regañados con el sentido. Quizás el primero en notarlo fue Gustave Flaubert, maestro de la escucha social y de su reflejo artístico. El gran escritor se dio cuenta de que el futuro era de la apariencia y la cosmética, del amor sin amor y del ingenio sin inteligencia. Y el  rumano Ionesco le dio forma festiva al drama existencial, mientras que Samuel Beckett, otro temperamento, no se molestó en que el universo tuviera gracia. ¿Para qué?
La proliferación de charlatanes y bocazas es, sin duda, un rasgo de nuestra modernidad,  cuya culminación —esperemos que no empeore— es la chateo universal propiciado por las nuevas tecnologías y copiado por las viejas. Del "cogito, ergo sum", hemos pasado al simple ruido como manifestación de la existencia, a la prueba de vida cacofónica. Nos sobra el "cogito" y no nos importa el "sum"; con el "ergo", ya veremos qué hacemos.
Italo Calvino lo describió muy bien en su trilogía Nuestros antepasados, que somos nosotros mismos gracias al incesto literario: una armadura vacía (el caballero inexistente), alguien que vive lejos del suelo (el barón rampante) y el ser escindido (el vizconde demediado). Es difícil lograr mejor retrato espiritual.
El eje de la vida moderna, que es una vida pública y publicitada para poder tener consistencia social, es lo que el estrábico Sartre llamó el infierno, es decir, los otros. Solo que ahora el "infierno" ha pasado a ser el "paraíso", pues se trata de conseguir más miradas y mayores audiencias. Aquello de que la mirada me cosifica y demás zarandajas cogidas con papel de fumar quedó para los saldos filosóficos. ¡Mi reino por una mirada!
Es el paraíso "nauseabundo", por seguir a Sartre, o el infierno "glamuroso", que lo mismo da. Vivimos en un mundo torturado, sin angustia existencial; solo con pánico escénico. Sísifo ensaya con su piedra; Fausto se ha hecho un lifting; y Leopold Bloom hace cola para que Paolo Coelho le firme uno de sus libros.


Hablar sin decir nada, hacerlo a destiempo, meter la pata,  son el camino hacia ese hacerse notar que nos caracteriza como especie involucionada. Frente al sigilo de la naturaleza, el estruendo de la cultura convertida en un obsceno llamar la atención.


Y así nuestros medios, espejos del alma moderna, se nos han llenado de bocazas, metepatas y charlatanes de todas las condiciones y pelajes. Se equivocan y rectifican; se provocan y responden a las respuestas en un ciclo infernal, porque se trata, en última instancia, de emitir sonidos, señales como las de esas antenas que envían mensajes al fondo del espacio por si encuentran vida inteligente. ¡Dejen de apuntarlas al espacio y apúntennos a nosotros antes de que nos volvamos todos idiotas!
¡Dios mío, septiembre asoma!

[Ilustración inicial: Javi Méndez "El gran charlatán" 1987] 






La marea forense

Joaquín Mª Aguirre (UCM) 
Hará un par de años una revista científica daba cuenta de los resultados de un estudio realizado entre jurados en los Estados Unidos. Trataban de establecer el impacto que las innumerables series con CSI como protagonistas habían producido en el conocimiento popular y, por tanto, en las personas que eran elegidas como jurados dentro del sistema americano.
En estos momentos, la marea forense televisiva debe haber aumentado pues es raro que haya una temporada sin que algún nuevo investigador criminalista se incorpore al cuadro general. Desayunamos, comemos y cenamos con alguna autopsia en el televisor y algunos actores nos resultan ya tan familiares por dentro como por fuera. Hemos aprendido las técnicas tradicionales y las más avanzadas que los forenses aplican en su búsquedas de evidencias de los crímenes. Les vemos realizar sus tareas —unos con bata y otros con traje de noche— desmontando coches, buscando huellas dactilares en sitios insospechados, detectando restos de pólvora en las manos, analizando lo que comió la víctima el día anterior, o con su bastoncillo impregnado para ver si aquella mancha asquerosa es de sangre. 
El efecto educativo de la televisión, para bien o para mal, ha sido traer a la primera fila del conocimiento el trabajo de este tipo de investigadores. Lo mismo ocurrió con abogados y médicos cuando las series televisivas nos pusieron de moda sus profesiones a la pantalla. Ellos argumentan que no les gusta que se dé tanta información porque los criminales también aprenden a evitar dejar huellas que los incriminen. Puede que esta notoriedad mediática se vuelva contra ellos cuando se producen errores y tengan que luchar contra su propia imagen.


La indignación y revuelo que vivimos estos días con la garrafal metedura de pata de la policía científica respecto a los restos óseos encontrados en la finca paterna en los primeros días de la investigación realizada sobre la desaparición de los dos niños, Ruth y José, en Córdoba, hace casi once meses, tiene su fundamento. Además, llueve sobre mojado porque todavía sigue en pie el caso de Marta del Castillo. Entre un cadáver que no aparece (no es el único, pues hay otros menores en igual situación) y otros dos que tenían delante de las narices, pero que desestimaron después de analizar los restos, es lógico que se haya armado tanto revuelo. Los forenses, además, han estado presentes en las controversias, mediáticas y políticas, de caso graves en la reciente historia española. Todo pasa factura.

Que en un caso con gran impacto popular a través de los medios de comunicación y del apoyo ciudadano a las familias, cuyo sufrimiento se prolonga hasta extremos inhumanos, se produzca un error de tal calibre es demoledor. No sé qué es lo que falla, pero algo falla. Y eso es lo que percibe la gente.
La metedura de pata afecta lógicamente a la institución encargada, pero luego empiezan a salir las circunstancias y todo el mundo comienza a pasarse la patata caliente por temor a quemarse. Las rivalidades autonómicas (llegaron los de Madrid, dicen), las profesionales (los diferentes sindicatos policiales y cuerpos), las políticas (los responsables de Interior de entonces y ahora), etc. entran en juego y al espectáculo evidente de la ineficacia se suma el habitual del patio de vecindad nacional.
Nos cuenta el diario El Mundo:

Tres sindicatos policiales, Confederación Española de la Policía (CEP), Unión Federal de la Policía (UFP) y el Sindicato Policial de la Policía (SPP), han emitido un comunicado conjunto en el que tachan de "miserable" la propuesta emitida por el SUP en la que plantea revisar todas las investigaciones de los últimos años en las que se hayan analizado restos óseos por parte de la Comisaría General de Policía Científica.
"Este error científico, puntual pero de indudable trascendencia por la repercusión y gravedad del caso al que afecta, ha sido aprovechado por el secretario general del SUP, José Manuel Sánchez Fornet, para abrir, de forma miserable, un juicio general a la labor de toda la Comisaría General de Policía Científica, poniendo en cuestión el trabajo desarrollado allí durante un siglo y haciendo un llamamiento público a la revisión de todos y cada uno de los casos policiales en los que se ha realizado una pericial sobre restos óseos", dice la nota conjunta.


Parece —no hay duda— que las "policías" españolas están aquejadas del mismo mal hispánico, el de la división constante, el de la incapacidad de encontrar vías de entendimiento para la colaboración, y el aprovechamiento de cualquier incidente para la lucha, que es nuestro sino como país, según se empeñan en demostrar en todas las instancias. El llamamiento del SUP es claramente irresponsable y crearía una situación sin precedentes.
La credibilidad de los análisis realizados por la policía científica deberían estar fuera de dudas porque sin ella es imposible que cualquier investigación avance. En todo campo científico en el que se realizan análisis, es fundamental el contraste de resultado que es la forma de evitar los errores posibles en cualquier proceso. El País nos señalaba lo ocurrido:

Ante el cariz que tomaba la investigación, que apuntaba a un error garrafal de la policía, el Gobierno decidió tomar cartas en el asunto. La autoría del informe por parte de Etxeberria, un forense de gran prestigio y muy conocido por la policía, daba un vuelco a las pesquisas. Etxeberria ha participado en la mayoría de las exhumaciones de fosas de la Guerra Civil y en la de los restos de Salvador Allende, en Chile.
Además, el informe de Etxeberria no solo contradecía a la Policía Científica, sino que ponía en ridículo tantos meses de búsqueda, tantos trabajos de localización, cuando todo había estado allí desde el principio. Por ello, se buscó a otro científico de prestigio: José María Bermúdez de Castro, quien es director de Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana.**


El procedimiento de análisis paralelos independientes para tratar de verificar resultados no debería extrañar a nadie, pues solo los políticos están excluidos del error. Cualquier proceso de análisis puede dar resultados erróneos dependiendo de muchos factores de los que no se excluyen los humanos, por supuesto. Por eso se establecen mecanismos correctores, entre los que se encuentran los análisis independientes. Una sola fuente de información será siempre un riesgo, más o menos elevado, de error.



La familia rompió esa inercia porque había muchos indicios que se ignoraban por el efecto dogmático del error: eliminar todo lo que le lleve la contraria. Es como el que busca un segundo diagnóstico cuando no está de acuerdo con la enfermedad que le diagnostican. Lo que hizo el gobierno, con buen criterio, es pedir un tercero para deshacer el empate.
Es indudable que este caso va tener transcendencia más allá de sus propias circunstancias. Ha abierto una brecha en la credibilidad y fiabilidad del sistema. Independientemente del caso, quedará como parte de los argumentos posibles en cada nueva circunstancia. No es el primer error policial ni será el último, pero sí es uno con todas las circunstancias sociales y mediáticas para cuestionar métodos y estructuras de la investigación policial. Es lo que nos ha mostrado, la punta del iceberg de la organización policial y sus limitaciones actuales.
La Ciencia —se ha insistido mucho en el "error científico"— convive con el error; es su compañero natural. Pero por eso mismo, gran parte de sus esfuerzos y recursos están destinado a huir de él, en la medida de lo posible. La Ciencia es cara, entre otras cosas, porque necesita de múltiples verificaciones de los análisis y experimentos que realiza. La Ciencia forense necesita también de presupuestos para poder verificar sus análisis y trabajar en las mejores condiciones. Sus resultados, a diferencia de otros campos, sí tienen una incidencia directa sobre las personas a través de sus efectos en la investigación policial y los juicios en donde se presenten.


En nuestras idílicas series televisivas de CSI, los hemos visto trabajar disparando a sandías o a reses para hacer sus comprobaciones balísticas. Cuestan dinero, claro. Nadie les molesta y hay buen rollito entre ellos. No hay broncas sindicales ni jefes políticos que les presionen cuando hay elecciones, etc. Sí recuerdo, en cambio, la mención en algún episodio de recortes de presupuesto. Ni la ficción se libra de eso.

Las series no son la realidad, claro. La realidad es más dura. Aquí no hay Horatio con gafas oscuras ni Grissom. Hay un sistema de investigación científica que falla y hay que preguntarse por la fórmula más eficaz para que casos como este no se vuelvan a producir, asegurarse de que un sistema que tiene la exclusiva de la investigación —los otros análisis han requerido la autorización del juez— no sea productor de dolor añadido. Por eso las disculpas de la policía, a través de tres de sus sindicatos, no están de más:

CEP, UFP y SPP asumen que el error pericial de la Policía Científica que determinó que los restos hallados en la finca de Las Quemadillas eran de animales y no de humanos "ha contribuido a prolongar durante meses la angustia de la familia". "Pedimos, en nombre de toda la Policía, disculpas sinceras", añaden. Pero al mismo tiempo recuerdan que este error no ha afectado a cuestiones básicas de la investigación: "Ni se han destruido pruebas ni se ha permitido la huida del presunto autor del crimen".


Todo el sistema judicial depende la fiabilidad de la pruebas y esta depende del prestigio profesional e institucional de quien las pone ante el juez. La cuestión no es baladí. No hacen falta forenses mediáticos —ya tenemos bastantes—, sino profesionales eficaces y respetados por todos. Para eso hacen falta buenos profesionales, el tiempo adecuado, las revisiones adecuadas y el presupuesto correcto. No es fácil, pero es importante para todos.


* "El error de la Policía Científica en el caso de Bretón enfrenta a sindicatos policiales" El Mundo / Europa Press 28/08/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/28/espana/1346175702.html

** "Interior confirma que dos informes certifican el hallazgo de restos de niños" El País 27/08/2012 http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/08/27/actualidad/1346029258_089205.html




martes, 28 de agosto de 2012

El idiota iluminado

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Intento sobreponerme a la información que El País nos trae de México. Que haya sectas integristas de todo color y creencia no me extraña; que los iluminados tengan adeptos que los siguen y caen en éxtasis profundos en cuanto que están a tiro de olor corporal, no me sorprende. Lo que me sigue sorprendiendo es cómo algunas explicaciones se abren paso en la mente de la gente hasta llegar al ridículo sin que los afectados lo perciban.
El "idiota iluminado" es una variante del crédulo rayana en la estupidez; es el regreso a la explicación mítica tonta, que ya es rizar el rizo. Y si no, lean por qué este pueblito mexicano, conquistado para la causa del cielo, tiene prohibido el fútbol:

“Lo esférico representa el mundo, y la Virgen del Rosario nos dijo en una aparición que quien patea la pelota de fútbol está pateando el mundo, obra sagrada de Dios. Obra sagrada de Dios” repite mecánicamente. “Por eso preferimos el fútbol americano, porque la pelota es ovaladita y no se parece al mundo. Eso sí se permite aquí, en la Nueva Jerusalén”*


Explicación digna de figurar en alguna narración de Gabriel García Márquez, hacía tiempo no leía algo así. Y es que los idiotas iluminados tienen explicación para aquello que nadie les pide. Que hubieran prohibido los deportes, lo hubiera entendido. Siempre podrían haber dicho que la Virgen del Rosario no quería deportes en la Nueva Jerusalén creada en el municipio de Turicato (Michoacán). Todo el mundo lo hubiera entendido: el culto al cuerpo, la violencia, todas esas cosas, ya saben...
Pero no; había que rizar el rizo. Había que prohibir el balompié y ensalzar el fútbol americano porque el mundo es redondo y es sagrado. Se quejan en el artículo de que los niños no saben quién es Messi o Cristiano Ronaldo. ¡Pobrecitos! ¿Y qué van a hacer? 
La Jornada de Michoacán nos da más informaciones del idiota iluminado, llamado Martin de Tours, para injuria del santo generoso, patrón de los soldados, que solo dio media capa al mendigo desnudo que se le presentó argumentando que la otra mitad era del ejército romano. Quizá por eso le hicieron patrón de los soldados, por el cuidado que tuvo del material militar. Cristo se le presentó también con media capa, en justa correspondencia. 



Este Martín de Tours a la mexicana, quesadilla de santo futuro, la ha emprendido contra la educación, como la emprendió contra el esférico, que todo es empezar, a golpe de revelación. Ha hecho que arrasen la escuela laica de la localidad y ha dicho que todos a rezar. Un verdadero soldado. El pueblo, convertido en secta, cerca a los que se niegan a pasar por el aro revelado y los niños reivindican —¡pobrecitos!— su santo aislamiento. Nos dice el diario mexicano:

Martín de Tours se está saliendo con la suya. El ciclo escolar no pudo iniciar en la Nueva Jerusalén. Después de múltiples rondas de diálogo y negociación, los niños de La Ermita –si quieren tomar clases– tendrán que trasladarse a Puruarán. Hace unas semanas la escuela del lugar fue derruida e incendiada, la teocracia que gobierna en esa comunidad ha insistido en su postura de impedir que los niños asistan a una escuela oficial.
La educación que se imparte en las escuelas públicas es para el jefe de la Nueva Jerusalén “cosa del demonio”, y con ello impide la acción del Estado mexicano. Con violencia impuso su determinación. La única educación que vale es la que se imparte en el plantel que manejan los ministros de culto de La Ermita. En ese plantel sólo se habla de la historia de la Virgen del Rosario, no hay espacio para el conocimiento del idioma español, ni para que los niños aprendan a realizar las operaciones aritméticas, ni para que conozcan la historia de México, mucho menos para que aprendan sobre los fenómenos naturales, la biología y la geografía.**

La escuela arrasada

Curiosa contradicción la de este Martín de Tours mexicano, que tiene medias luces como el otro tenía media capa, que el mundo le parece sagrado en forma de pelota, pero le parece pecado en forma de libro.
Con la mitad de sus lucecitas de bajo consumo funcionando en su cabeza, este iluminado ha hecho lo que mejor se les da a los de su especie: iluminar el mundo con el fuego de las escuelas. Hay mucho Martín de Tours enchilado suelto por el mundo. Porque este Martín —el líder de la Nueva Jerusalén tras la muerte de Papá Nabor, el fundador— no es más que un talibán vulgar y corriente, un "afgano" sin turbante trasplantado allí donde crece la mala hierba de la ignorancia, la peor de todas. La Virgen del Rosario debería hacerle el favor de contarle que el mundo, además de ser sagrado, es un misterio que resolvemos imperfectamente con el milagro de la inteligencia y el asombro. Y que renunciar a ambos es casi tan malo como renunciar a dar pataditas a un balón redondo por una revelación mal entendida. ¡Deje que se diviertan los niños, Martín, que ya los machaca bastante tapándoles el cuerpo y oscureciéndoles la mente! ¡Que en el cielo hay porterías!


Los idiotas iluminados, como Martín y sus acólitos, están ganando terreno en el mundo en todo tipo de versiones y visiones. Queman escuelas en nombre de sus revelaciones particulares, de su mensajería divina, cada vez en más países. No son luz, sino fuego fatuo. El problema de esta especie de idiotas mesiánicos es que necesitan seguidores a los que salvar constantemente de los males del mundo, esa pelotita que rueda por el cosmos a la espera de que alguien, ¡pecador!, chute a puerta.

* "Una secta integrista veta la educación laica en un pueblo mexicano" El País 27/08/2012 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/08/27/mexico/1346102704_592416.html
** "Martín de Tours y Gobernación" La Jornada de Michoacán (México) 27/08/2012 http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2012/08/27/martin-de-tours-y-gobernacion/