domingo, 20 de mayo de 2012

La garrapata y el piso 48

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The New York Times construye una teoría explicativa del caso de la pérdida de cerca de tres mil millones de dólares por banco norteamericano JP Morgan. Si se ha hablado hasta el momento del “efecto mariposa”, ahora debería comenzar a hacerse del “efecto garrapata”.
La historia que hay tras la pérdida de esos tres mil millones de dólares es la de la cadena de errores cometidos por una de sus ejecutivas más brillantes, Ina Drew, jefa de inversiones. La señora Drew había logrado todo su prestigio de buena gestora en la crisis de 2008. Sus decisiones habían sido brillantes y había conseguido que el banco capeara el temporal económico general. Todos, subordinados y jefes, confiaban en ella:

Senior executives at JPMorgan said that her success in 2008, even as other banks were sustaining crippling losses, helped forge a sense of implicit trust between Ms. Drew and Mr. Dimon, one reason that he believed her initial assurances last month that the trades were not seriously troubling.
Ms. Drew also enjoyed the confidence of her subordinates, according to former employees. Part of her skill, they said, was her steely resolve. One former trader recalled that Ms. Drew counseled a credit trader who had a large bet in bank-preferred securities, which began to lose money during 2009. Instead of folding, Ms. Drew supported the trader who wanted to hold on, ultimately generating $1 billion in profits.*



La brillante carrera de Ina Drew, su capacidad de transmitir confianza y seguridad al resto de la institución con sus decisiones acertadas y su control permanente de todas las circunstancias comenzó a convertirse en problemática por un pequeño incidente: la picadura de una garrapata. The New York Times así lo señala:

As early as 2010, the senior banker who has been blamed for the debacle, Ina Drew, began to lose her grip on the bank’s chief investment office, according to current and former traders. [...]
But after contracting Lyme disease in 2010, she was frequently out of the office for a critical period, when her unit was making riskier bets, and her absences allowed long-simmering internal divisions and clashing egos to come to the fore, the traders said. [...]
But Ms. Drew’s firm hand began to weaken after she contracted Lyme disease. Her absences opened the door for tensions among her deputies to flare into the open. “Look,” one current trader added, “it is a tough place to work.”*


La “enfermedad de Lyme” está causada por la bacteria Borrelia burgdorferi que entra en el organismo por la picadura de la garrapata, que nos la transmite después de haber picado a las ratas. La enfermedad tiene tres fases definidas: en la primera, tras la picadura, sus síntomas se parecen a los de la gripe, con dolores de cabeza y articulares, y con fiebre; en la segunda, además de los señalados, aparecen trastornos más graves cardiacos (palpitaciones), visión borrosa y problemas  neurológicos (alucinaciones, pérdidas del lenguaje), problemas de movilidad y coordinación; en la tercera fase, los trastornos neurológicos aumentan con pérdidas de memoria, confusión, problemas con el sueño, y artritis.

Lo que había estado bajo el control férreo y atento de Ina Drew y había labrado su prestigio decisor, comenzó a resquebrajarse cuando, tras diagnosticarle la “enfermedad de Lyme”, empezó a ausentarse para el tratamiento. Nos cuentan que los enfrentamientos comenzaron y las decisiones empezaron a ser más arriesgadas. Finalmente, las consecuencias han sido esos tres mil millones de dólares perdidos —inicialmente se estimó en dos mil millones de dólares— por decisiones erróneas acumuladas. En cuanto que el mercado dio dos bandazos, el agujero creció. Todos los comentarios que The New York Times recoge, bajo condición de anonimato, de los empleados apuntan a lo mismo, a las luchas desatadas por las ausencias y el menor control de la jefa de inversiones.
Es poéticamente tentador responsabilizar a la garrapata de una crisis bancaria. Si somos antisistema construiremos una bonita fábula sobre ratas, garrapatas y banqueros estableciendo una cadena causal que hará las delicias de cualquiera. Una garrapata y una ejecutiva bancaria con alucinaciones y demás trastornos ya explicados dan mucho de sí. Pero creo que no es el camino.
Más interesante y productivo, por más probable, es considerarlo desde la psicología del comportamiento de las organizaciones. Puede que a Ina Drew le picara una garrapata, pero no a los demás (suponemos). Su comportamiento, el que realmente causó la pérdida de esos (por ahora) tres mil millones de dólares, estaba provocado por la ausencia de la jefa que les controlaba en más de un sentido, no solo en sus acciones sino en sus rivalidades. Lo que hizo la garrapata inicial fue quitar de en medio a la jefa y acelerar el deseo de brillo de sus inferiores, ansiosos de emularla.
Hay un detalle interesante que el diario nos cuenta:

Ms. Drew eventually returned from sick leave and reasserted herself as head of the chief investment office. But instead of sitting one floor above the trading desk, as she had done previously, Ms. Drew, in a reflection of her rising profile, moved upstairs to an office among senior executives on the 48th floor of JPMorgan’s headquarters at 270 Park Avenue.**

Mientras Ina Drew estuvo cerca de sus subordinados, las cosas estuvieron tranquilas; ella controlaba el territorio de la manada. Pero cuando, en función de su eficacia en la crisis de 2008, la señora Drew se asentó en ese territorio del éxito que era el piso 48, junto a los altos ejecutivos, las rivalidades se dispararon en la manada, decenas de pisos más abajo. Los riesgos crecientes asumidos, las discusiones constantes, tienen todos los síntomas del deseo de ascenso aprovechando el vacío momentáneo de poder dejado por la convaleciente Ina Drew, algo que algunos vieron como una oportunidad de brillar individualmente. Los conflictos entre unos y otros, nos cuentan, fueron creciendo. La codicia es también una bacteria que crea problemas y hace perder el sentido de la realidad lanzándonos a asumir demasiados riesgos.
La fábula no es necesariamente la de “la garrapata y la banquera”, sino la de “los siete cabritillos”: “querida mama, puedes irte tranquila que nosotros sabremos cuidarnos”. Y llegó el lobo y abrieron la puerta.



* "Discord at Key JPMorgan Unit Is Faulted in Loss" The New York Times 19/05/2012 http://www.nytimes.com/2012/05/20/business/discord-at-jpmorgan-investment-office-blamed-in-huge-loss.html?pagewanted=1&_r=1&hp





2 comentarios:

  1. Gracias por esta explicación tan clara y detallada, Joaquín.
    Por cierto, cuánto tiempo...
    Un abrazo.

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  2. Hola, Isabel: Sí, mucho, demasiado siempre. Un abrazo!!

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