miércoles, 9 de mayo de 2012

El bonsái y la economía o ¿qué quieres ser de mayor?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Nos resumen en La Vanguardia de hoy un estudio de La Caixa con una cuestión bastante evidente en sus consecuencias, pero más compleja en sus causas: “La característica estructura del tejido empresarial español con abrumadora presencia de pymes no es la mejor para un desarrollo adecuado de la economía.”* Habrá, al menos, cinco millones de personas que estén de acuerdo con esto, según las últimas cifras del paro.
Nuestra diferencia respecto a Alemania es grande. Nos dicen que en España el 93% de las empresas tienen menos de 10 trabajadores frente al 83% de Alemania. Esa diferencia de 10 puntos define en gran medida nuestro reto económico porque el tamaño de las empresas es determinante de su futuro, por un lado, para también del de todos, que es eso que llamamos conjuntamente “la economía”. Las cifras del estudio de La Caixa no significan que el 7% sean grandes empresas, ¡qué más quisiéramos! Tampoco significa que ese 93% de empresas tengan 10 trabajadores. Ni las grandes son tan grandes ni tampoco las pequeñas.
Nos dicen los expertos que estas microempresas son muchas de ellas de mera subsistencia, que lo que ingresan les sirve para llegar a final de mes y gracias. Otras generan algo de excedentes, pero no son capaces de crecer y se quedan en plan bonsái. Y algunas consiguen salir de su enanismo organizativo reinvirtiendo en crecimiento lo que obtienen por su buen funcionamiento.

Como es característico del discurso español al respecto, se echa la culpa de casi todo a la legislación, que tiene que ser la peor del mundo: “las rigideces del mercado laboral, los dilatados y dificultosos trámites burocráticos, la normativa fiscal y contable, la disparidad de normas entre los distintos niveles administrativos o una cierta inseguridad jurídica”. Si tenemos en cuenta que “inseguridad jurídica” es lo que ocurre en países corruptos,  expropiadores o ambas cosas, La Caixa debería explicar algo más la cuestión. “Inseguridad jurídica” es le han dicho últimamente de la Argentina de Cristina Fernández, la Venezuela de Chávez o la Bolivia de Evo Morales. Como equilibrio y para variar, La Vanguardia señala que “también se echa algo de culpa a las propias empresas por falta de ambición”.*
La Caixa debe saber algo de las pymes por ser un banco especializado en servicios diseñados para ellas, y es uno de los más valorados, por cierto. También sabe que si las pymes van bien, al banco le irá bien y que si les va mal a las pymes, a ellos les irá peor. La cortesía y las relaciones públicas con los clientes les impiden cargar las tintas sobre las propias empresas y prefieren hacerlo sobre los elementos institucionales externos, pero el mensaje es claro.

Cuando escuchamos valoraciones de entidades o expertos no vinculados con bancos que se dedican a financiar a la pymes, lo que escuchamos son otras cosas, por ejemplo:

Las cifras de fracaso de las Pymes son abrumadoras en cualquier país que se analicen. Las estadísticas indican que, en promedio, el 80% de las Pymes fracasa antes de los cinco años y el 90% de ellas no llega a los 10 años. Para los dueños de Pymes, las razones del fracaso es necesario buscarlas fuera de las empresas, pero los analistas empresariales se orientan más a identificar las causas del fracaso en las propias Pymes y, en particular, en la capacidad de gestión de sus responsables.**

Es lógico que La Caixa trate de señalar los obstáculos externos ya que ellos se tratan de ocuparse de los internos (ayudas en la gestión) y, especialmente, en la financiación selectiva, dejando por el camino aquello que no tiene visos de prosperar por los motivos que sean, una de las funciones esenciales de los bancos. Parte del desastre, nacional e internacional, viene de no haber cumplido demasiado bien con su tarea crediticia.
Pero La Caixa hace bien en señalar, más allá de lo indicado hasta ahora, que la diferencia de tamaño es importante para el crecimiento de la economía, que si nuestras empresas fueran más grandes estaríamos en otro nivel y con otras angustias:

En el informe, aunque se destaca la importancia de las políticas de apoyo a las pymes, que "pueden compensar las desventajas del tamaño", también se afirma que esas mismas políticas "desincentivan el aumento de la dimensión de las empresas". Según un ejercicio propuesto por el informe de La Caixa, "si la distribución del empleo entre empresas de distintos tamaños fuera la misma que en Alemania", la productividad de España sería "equivalente a la alemana". Actualmente, las empresas manufactureras alemanas son un 20% más productivas de media que las españolas.*

Me parece un aspecto importante considerar —aunque sea contradictorio con lo que han señalado antes— la desincentivación del crecimiento de las empresas, esa vocación bonsái. De ahí la crítica que se hacía a las pymes de su falta de ambición. La pregunta se vuelve imperiosa: ¿son las pymes pequeñas por naturaleza? ¿Poseen nuestros responsables de pymes una especie de agorafobia y un complejo de Peter Pan juntos y les aterra crecer? Evidentemente hay una respuesta estadística: si es cierto que se producen esas cifras de fracaso promediado en el 80% en los cinco primeros años, no es que no crezcan, es que mueren antes de hacerlo. Pero la pregunta es la de siempre: ¿por qué unas sobreviven y crecen y otras no?


Las empresas pequeñas y los autónomos son característicos de un modelo como el nuestro, desindustrializado, enladrillado y volcado en el turismo. Cuando todo gira sobre lo mismo y hay poca diversidad, la competencia de vuelve feroz porque todos pescan en el mismo cubo. Tenemos muy poca variación de cubos. Hay que trabajar aquí y exportar, frente al modelo que estamos fomentando, de invierte fuera y despide aquí. Para eso las empresas tienen que ser rentables y, si todos hacen lo mismo, es muy difícil que se produzca.
La idea de que si tuviéramos la misma distribución de empleo que Alemania, tendríamos una productividad similar, centra el problema de nuevo en el empleo pero entendido como tamaño de las empresas.  Hay que convencer a los empresarios que cuando vayan bien deben crecer, que es la forma de generar empleos y más riqueza. Fomentamos fusiones en muchos campos, pero sigue pendiente verlas en otros muchos terrenos. Creo que es cierto que el modelo de empresas condenadas o vocacionalmente pequeñas nos quita muchas posibilidades de crear un modelo de país económicamente estable, que tenga empleados porque es necesario producir más. Es decir, porque podemos.


Los bancos pueden ayudar en la financiación y en la gestión, pero no son los que tienen que innovar. Eso, según sentenció Schumpeter, compete a los “emprendedores”. Y emprendedor no es el que monta una empresa condenada al fracaso, sino el que logra desarrollar un producto o servicio que los demás necesitan, es decir, innovar para que siga siendo necesario lo que se produzca. Sin innovación hay crecimiento pobre, de supervivencia. La empresa viene después de la idea; después llega la financiación y después el empleo, que crece para producir más. Nuestro problema es la mala gestión que suele encubrir la pobreza de ideas. Los que tienen buenas ideas y las gestionan bien, crean empleo no porque sean altruistas, sino porque lo necesitan para crecer. Esa es la lógica. Por eso está bien que La Caixa diga que el destino de las buenas empresas pequeñas es crecer y no ser bonsáis de por vida. Es así cómo se crea empleo. Y duradero.

Una gran parte de nuestra crisis particular viene precisamente de haber apoyado demasiadas malas ideas y de no haber impulsado el crecimiento de las buenas. Y del miedo del bonsái. La conclusión final es que aunque las pymes pudieran ir bien, nunca será una economía estable por sus cifras universales de volatilidad y eso no es bueno para nadie. Tiempo, dinero y empleos perdidos.

* "Un estudio de La Caixa cuestiona el modelo empresarial de pymes". La Vanguardia 09/05/2012 http://www.lavanguardia.com/economia/20120509/54290648091/estudio-la-caixa-cuestiona-modelo-empresarial-pymes.html
** Claudio L Soriano "El 80% de las pymes fracasa antes de los cinco años y el 90% no llega a los diez años. ¿por qué?" Gestiopolis 11/2005 http://www.gestiopolis.com/canales5/emp/ochentapy.htm



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