lunes, 20 de febrero de 2012

Los premios Goya y los niños

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Claudia Vega, en Eva
Ayer fue la gala de los Goya y debo confesar que no la vi. No me ha quitado el sueño, pero en ocasiones me lo ha dado. Me alegro por las dos películas, la de Urbizu y la Kike Maillo, que han intentando apartarse del más de lo mismo que ha caracterizado el cine español desde hace unas décadas y que ha significado su ruina especializada. Me refiero con este término al abandono general y al consumo nacional-progresista de muchos títulos infumables porque había que defender el cine español.
El arte —aunque sea industrial, como el cine— debe defenderse por sí mismo y lo que ha aquejado a nuestro cine ha sido precisamente un mal entendido sentido de la industria, del público y, si me apuran, del arte mismo. Las películas de Urbizu y Maillo (y algún caso más) han reconciliado a un sector del público con un cine al que también tiene  derecho sin que se falte a su inteligencia o sentido del gusto, como ha ocurrido con muchos de los éxitos celebrados de taquilla, los únicos que para muchos cuentan. Es lo que a mediados de los setenta intentó la industria con la llamada "tercera vía", un cine equidistante del intelectualismo de algunos y la chabacanería de otros. No funcionó mucho tiempo y el público se fue alejando de las salas para volver una o dos veces al año con títulos taquilleros, con los que se consideraba salvada la temporada. El arte quedaba para otros y la pérdida de espectadores fue en aumento a ritmo acelerado.

Cría cuervos (Carlos Saura)
Confieso también, y algo ha tenido que ver, que me irritó la prohibición por parte de la Academia de que pudieran optar a los premios los actores menores de dieciséis años, algo profundamente injusto y sectario generacional porque hay algunas interpretaciones infantiles superiores que deberían ser reconocidas en su mérito, como lo han sido anteriormente. Sin embargo, amparándose en criterios increíblemente absurdos, que pretenden ser proteccionistas y no son ni paternalistas, sino claramente comerciales, se privó del reconocimiento a los actores infantiles. No puedo dejar de pensar en películas como El espíritu de la colmena, Cría cuervos, El Bola o El laberinto del fauno, por citar solo algunas de antes y ahora. Este año había meritorias interpretaciones infantiles que han quedado fuera por decreto.

El espíritu de la colmena (Víctor Erice)

Las palabras del director de la academia, González Macho, en junio pasado, para justificar el corte de edad fueron las siguientes:

Se ha hecho algo que es esencial, que es proteger al menor. Cuando un niño gana un Goya le puede afectar profundamente en su desarrollo posterior. *

El Bola (Achero Mañas)
Según esto, por ejemplo, tampoco se deberían dar más allá de los sesenta y cinco por riesgo de infarto, hipertensión, embolias, etc., al sufrir emociones fuertes que pudieran llevarlos al hospital o más lejos. Quizá deberían ponerle en la placa, como en la cajetilla de tabaco, un aviso  que diga: "el Goya puede perjudicar seriamente su salud o su futuro".
A lo mejor también afecta a un niño que no le nominen para un Goya si ha hecho una maravillosa interpretación; puede sacar la profunda sensación de lo injusto que es el mundo. En el fondo, no es más que trasladar el ninguneo al que el resto de los jóvenes se ven expuestos en sus condiciones laborales en España, el “actor becario”, el “minijob”, al mundo del cine. Un ninguneo disfrazado de protección infantil que no es más que la protección de la industria y sus promociones. Niños fuera, que en las butacas con las palomitas están más guapos. Quizá deberían preocuparse por la generalmente incorrecta calificación de las películas en lo referente a la edad, si quieren proteger a la infancia.
Enrique González Macho siguió explicando:

…un adolescente ya tiene una capacidad de juicio y son mucho menos manipulables. Además, cuando recogen la estatuilla ya están rondando los 17 años y la mayoría de edad.*

Ivana Baquero con su Goya (2006)
No acabo de entender muy bien lo de “manipulables”, pero el señor González Macho sabrá por qué lo dice. A lo mejor se les puede reconocer el mérito en el momento y, como con las herencias, que los recojan cuando tengan la edad.  Te lo dan con diez y lo recoges con dieciséis. Absurdo, históricamente absurdo.
La triste realidad es que los niños plantean muchos más problemas para estar presentes en promociones y saraos, los ambientes en los que se cuece el cine. Hay que estar pendientes de ellos, claro, moderar el lenguaje, no salen por la noche…, ya se sabe. Un engorro.
Nuestra Academia cinematográfica cometió así una gran injusticia, aprobada por unanimidad de su junta directiva, al dejar fuera la posibilidad de premiar una actuación que merezca la pena premiar al margen de la edad.
El cine americano habría dejado de premiar, por centrarnos solo en los Oscar, a Patty Duke (El milagro de Ana Sullivan), Tatum O’Neal (Luna de papel), Jodie Foster (Taxi Driver), o Anna Paquin (El piano), entre otras interpretaciones realizadas por menores.
En los años que van de 1934 a 1960 —y de forma intermitente— la Academia de Hollywood otorgó el Premio juvenil, para premiar las interpretaciones más destacadas del año de los actores menores. Entre su nómina, se encuentran los nombres ilustres de Shirley Temple, Judy Garland, Mickey Rooney, Dianna Durbin, Margaret O’Brian y Hayley Mills, la última en recibirlo en esta modalidad especial por su interpretación en Polyanna.

Juan José Ballesta con su Goya (2001)
Entre las nominaciones más recientes al Oscar, por ejemplo la de Abigail Breslin, con diez años, por Little Miss Sunshine (2006), o la de Saoirse Ronan, con trece, por Expiación (2007), dos extraordinarias actrices. El semillero de actores en el mundo anglosajón es solo una muestra de cómo cuidan ellos, sin paternalismos absurdos, a sus actores. A nadie se le pasaría por la cabeza pensar que un premio es nocivo. No creo que estos actores y actrices infantiles, nominado o ganadores, hayan quedan especialmente traumatizados por ello. Solo tengo dudas sobre el caso de Linda Blair, pero teniendo en cuenta que la película era El exorcista, no es fácil saber si lo traumático fue el papel o la nominación. Por cierto, no ganó el Oscar, pero sí un Globo de Oro.

Andoni Hernández en Maktub

La decisión de la industria cinematográfica de excluir de las nominaciones a los menores de 16 años es profundamente injusta. Lo que no se puede hacer es dejar fuera el mérito en unos premios que se supone que es lo que valoran. Bajo la apariencia de proteger a la infancia, la han dejado desprotegida.
Desde aquí mi voto simbólico por Claudia Vega, la niña protagonista de Eva, o por los niños que intervienen en Maktub, con interpretaciones muy meritorias, como la de Andoni Hernández. Continuarían así una larga lista de actores infantiles que —para desesperación de los adultos— les arrebataban, en limpia lid, los premios de las manos con demasiada frecuencia.

*”Los menores de dieciséis años no podrán optar a un Goya” El País 21/06/2011 http://cultura.elpais.com/cultura/2011/06/21/actualidad/1308607204_850215.html



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