miércoles, 28 de diciembre de 2011

Medievalismo antifemenino

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La noticia nos llega de Israel, donde un grupo de ultraortodoxos se dedica a escupir a una niña que va por las calles vestida de forma que a ellos les parece que Dios no aprueba*. Su particular interpretación de los deseos de Dios se basa en su fe profunda no en Dios, sino en que Dios les habla a ellos o, incluso, a través de ellos. Activistas de distintos lugares del país se han desplazado hasta esa ciudad por la que el tiempo no pasa. Han sido recibidos con insultos y huevos. El lema de los miles de manifestantes israelíes contra los ultraortodoxos —“venimos a dispersar la oscuridad”— está bien elegido ya que el episodio es otro repunte de la creciente ola de medievalismo que avanza en distintas partes del mundo.
No es otra cosa que medievalismo la reciente ejecución por brujería de una mujer en Arabia Saudí. La Edad Media fue un tiempo de brujas, magos y visionarios que recorrían pueblos señalando que Dios o el diablo, según tocara, estaba en contacto directo con ellos. El mundo, desgraciadamente, se está poblando de nuevo de estos visionarios que creen estar en comunicación con Dios, ser sus más devotos seguidores, sus más fieles intérpretes y, por supuesto, sus más justos jueces. En los tiempos revueltos prosperan estos oráculos ciegos.

Mujeres egipcias manifestándose
El rebrote del medievalismo tiene como objetivo, en la mayor parte de los casos, a las mujeres. Estos mundos medievales son profundamente patriarcales y desprecian a las mujeres como seres imperfectos, pasionales, lascivos, casquivanos, triviales. Curiosamente, siempre dicen tener una gran idea de la mujer y de su papel en la vida. Como su naturaleza es imperfecta y Dios siempre habla a los varones, las mujeres deben escucharles atentamente y aprender cómo deben ser, sentir y pensar, en primera instancia, para después —por último pero no menos importante— entrar en los detalles de la vestimenta, dónde se deben sentar en el autobús,  a quién y cuándo pueden tocar, la acera por la que deben caminar y si deben ser lapidadas o ahorcadas cuando hacen cosas que en los hombres se consideran viriles o niñerías pero en ellas son muestras de su naturaleza inmunda.
Encerradas en imágenes irreales, en asexuadas figuras maternales, deben ser ejemplo claro de los valores que pueblan el universo masculino de estos pervertidos sermoneadores radicales. Da igual que sea en Arabia Saudí, Israel, Egipto, España, México, Francia o cualquier otro lugar del globo. No son más que variantes de la misma idea medieval que pervive en la mente de retrógrados con chilaba o con Smartphone, con trencitas ultraortodoxas o con piercing en el labio. Todos son iguales, hijos de la misma idea patriarcal. Se haga en nombre de quien se haga, se basen en el libro que se basen o en el laicismo más exquisito, todo aquel que sostiene esta cruel y estúpida jerarquía pertenece a un mundo injusto y opresor, retrógrado y cruel.

La niña israelí insultada y escupida
Estos fanáticos esgrimen  perversas interpretaciones religiosas con las que tratan de justificar su deseo de posesión sobre las personas; mentalmente siguen viviendo en tribus y practicando la esclavitud, pues no es otra cosa el derecho que se atribuyen. Sus acciones medievales les convierten en soberanos de un pequeño reino, sus familias, sobre el que se apoyan para modelar la sociedad en la que viven. El argumento es siempre el orden natural de la familia, en la que el varón se impone sobre la mujer.
La firmeza de Hillary Clinton criticando las acciones de los militares egipcios —por encima de intereses estratégicos— debe ser ejemplo y se debe extender a todos aquellos espacios en los que se está iniciando un camino de retroceso medieval o se mantiene el existente. Las mujeres egipcias han reaccionado desde el principio dándose cuenta que los militares trataban de atacarlas como la parte más peligrosa de la revolución de los países árabes. Si hay algo que une a una parte importante de la sociedad por encima de las ideologías actuantes es precisamente el antifeminismo, el deseo de que las mujeres se retiren y la sociedad siga controlada de forma patriarcal. Lo hemos dicho ya varias veces y habrá que repetirlo muchas otras. Lo dijimos cuando se practicaron los primeros exámenes de virginidad a las manifestantes que estaban en el Tahrir; ya se vio entonces que los militares y la policía entendían que se les enfrentaran hombres, pero que no iban a tolerar —como algo contra natura— que unas mujeres se le pusieran delante desafiándoles. Eso no es una revolución política; eso es la destrucción del orden natural.

Samira, la joven que denunció las pruebas de virginidad
Desde que la revolución puso en pie a las mujeres, esta segunda revolución —la indispensable, la femenina— es la única sobre la que se puede construir una verdadera democracia porque no puede concebirse una sociedad igualitaria si una mitad cree tener el derecho natural, el derecho divino a dominar a la otra. Hoy nos llega la noticia de que los jueces egipcios han prohibido los exámenes de virginidad forzosos realizados por el ejército a cualquier mujer que les pareciera a estos bravos servidores de su pueblo que patean mujeres indefensas en las calles. La denuncia que la joven Samira** realizó en su momento, rompiendo el círculo de la vergüenza social, es el que ha servido para echar abajo otra monstruosidad medieval. Ahora es Saama, la niña escupida en Beit Nemesh (Israel), la que ha contribuido rompiendo su propio círculo de silencio, una situación de décadas en la ciudad. Son pequeñas batallas con grandes resultados: la exposición pública de la dominación perversa que se aspira a convertirse en normalidad.

A lo que estamos asistiendo es a un proceso en el que millones de mujeres están dando salida a lo que llevan décadas sintiendo en silencio. Las revoluciones —Egipto, Yemen…— están permitiendo la salida de estas reivindicaciones profundas que necesitan apoyo dentro y fuera porque en esta causa no hay fronteras. Aunque los dictadores estén cayendo, no será fácil salir de ese pensamiento medieval que se extenderá para frenar el avance de las mujeres en sus derechos. Por eso es importante estar junto a Samira y Saama. Es el bando de todos.

* “El acoso sexista de judíos ultraortodoxos enardece una ciudad de Israel” El País 27/11/2011 http://internacional.elpais.com/internacional/2011/12/27/actualidad/1324948897_559447.html
** “La justicia egipcia prohíbe las pruebas forzosas de virginidad” Euronews 27/12/2011 http://es.euronews.net/2011/12/27/la-justicia-egipcia-prohibe-las-pruebas-forzosas-de-virginidad/

Un judío ultraortodoxo abandona su asiento al sentarse una mujer junto a él

Manifestantes contra la discriminación en la ciudad de Beit Shemesh

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