viernes, 11 de noviembre de 2011

Porteros y aeropuertos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No, no vamos a hablar de Íker Casillas, portero y persona ejemplar, el único portero que debía tener ayer protagonismo. Casillas, del que siempre recuerdo aquella contestación cuando le preguntaron al inicio de su carrera sobre el dinero que ganaba: “¡Yo de eso no entiendo, yo soy un chaval!”. Ponía así en su sitio al que le preguntaba sin tener en cuenta que realmente era eso, un chaval, un jovencísimo portero destinado a batir todos los records y a sembrar admiración y sensatez. Desgraciadamente no hablaremos de él.
Lo haremos en cambio de todos esos porteros, cuya organización mafiosa ha sido, nos dicen, desarticulada en eso que llaman la “noche madrileña”. A diferencia de otros tipos de equipos, el “clan de los búlgaros” solo tenía porteros. Y nos dice la Policía que se enteraron del funcionamiento de la “noche madrileña” en 2009 cuando un portero de discoteca fue asesinado. Descubrieron entonces que en Madrid había una guerra de bandas por hacerse con el control de las discotecas desde las mismas puertas de entrada. No se trataba de personas celosas de la seguridad de los que estaban dentro, sino de un complejo entramado “empresarial” en el que el motivo de inseguridad y seguridad eran los mismos. La función de los porteros era controlar las entradas para tener en exclusiva la distribución de las drogas, cocaína especialmente, en los locales que controlaban.

Ivo el búlgaro
Estos auténticos “emprendedores”, con Ivo el búlgaro al frente, tenían un complejo entramado empresarial que se iniciaba con la compra de las drogas en Hispanoamérica, su traída a España y el reparto por todo el país. Su negocio se ampliaba a los puntos de venta, las discotecas, que controlaban a través de la presión sobre los dueños de los locales. La función de esos porteros era controlar la venta e impedir que otros “emprendedores” vendieran drogas en las discotecas que controlaban. Y eso está muy mal porque va contra la competencia del mercado. No sabemos si los otros traficantes han pedido la intervención del Tribunal de la Competencia. Los búlgaros habían desplazado anteriormente del mercado nocturno al "clan de los Miami", otro grupo empresarial de la rotura de costillas, una de sus especialidades laborales.

Nos dan la noticia, además, de que con los millones que tenían barajaban la posibilidad de comprar en exclusiva la terminal de carga del aeropuerto de Ciudad Real, ese proyecto fallido, cuyos trabajadores se manifiestan estos días porque no cobran desde el mes de octubre. Este aeropuerto ha tenido durante 2010, según sus cifras oficiales, la cantidad de 33.520 pasajeros, es decir, 91,8 pasajeros diarios. Es el fruto de otra característica española que explica porqué ocurre lo que ocurre: la megalomanía autonómica. Es el primer aeropuerto privado, sueño de algunos otros emprendedores, que consiguieron gastarse 1.100 millones de euros en los 90 para adular el ego de nuestros dirigentes autonómicos y locales, dispuestos a dejarse convencer que entre Nueva York y cualquier capital española de provincia, por pequeña que sea, apenas existen diferencias, que con un buen museo, un parque temático, un aeropuerto, una universidad y alguna que otra inversión, conviertes tu terruño en una ciudad cosmopolita, llena de guiris que se dejan una pasta. Y como nuestros políticos son sensibles a estos argumentos de mejora y desarrollo porque desean lo mejor para esa tierra que tanto aman y tanto les vota, acceden ilusionados y se fotografían delante de esas imponentes maquetas que casi te hacen escuchar “¡Vuelo 666 con destino Nueva York. Diríjanse a la única puerta de embarque!”. No debieron ponerle “Aeropuerto Don Quijote”.

Protestas de los trabajadores del aeropuerto de Ciudad Real
Ahora esta quijotada empresarial e institucional, resultado de la fructífera colaboración entre lo público y lo privado, del que hasta la página de la Wikipedia se burla gracias a la intervención informática de algún manchego que se quedara en tierra por “over booking”, ha perdido la ocasión de ser comprado por unos inversores privados: el clan de los búlgaros. Sí, los mismos que tenían fe en la noche madrileña y apostaron por el desarrollo de la región mediante la protección del ocio capitalino, ahora deseaban hacerlo comprando la terminal de carga que, la verdad sea dicha, cargaba poco. Y eso que su función (¡no se rían!) era competir con Barajas quitándole las compañías de “bajo coste”. Se llamó “Don Quijote”, aunque debió llamarse “el fantasma de la Mancha”. Intentó llamarse “Madrid Sur” por el mismo motivo que podía haberse llamado “Londres Sur” o “Paris Sur”, es decir, porque siempre se está al Sur de algún sitio, con la excepción del Polo Norte. La amenaza de la Comunidad de Madrid de llevarlos a los Tribunales hizo que retiraran el nombre y carteles con esa denominación. Y ahora, ¡vaya por Dios!, que había un grupo empresarial próspero dispuesto a comprar la terminal de carga y asegurar que algo se levantara del suelo en sus pistas, lo que no se hace desde agosto, va la Policía y lo desarticula. No saben los de Ciudad Real de la que se han librado. El tráfico aéreo iba a aumentar, pero esta vez era el tráfico de drogas.

 El 15M organizó una protesta contra la mala gestión
Sigo sin entender cómo este país se ha llenado de mafias búlgaras, rusas, albanesas, colombianas… De cualquier lugar en el que hubiera más de dos delincuentes, uno ha abierto aquí una franquicia. El blanqueo de dinero ha sido uno de los atractivos y el que ha venido a invertir en casinos, urbanizaciones, campos de golf, cualquier cosa por el estilo ha sido recibido con los brazos abiertos por muchos políticos locales que se han dejado seducir por los cantos de inversión que escuchaban.
Eso explica que tengamos aquí a mafiosos profesionales y a hombres de negocios que actúan como ellos, como es el caso del egipcio Husein Salem, mano derecha económica para los negocios sucios de Hosni Mubarak, detenido aquí en su chalet de La Moraleja, pendiente de juicio, y del que sigo preguntando por qué tiene la nacionalidad española (también tiene la de Israel, país con el que había organizado el negocio del gas, según me comentaron en Egipto).

El portero muerto en 2009, miembro del clan de los búlgaros
No dejo de sorprenderme con estas noticias. Sigue sin entrarme en la cabeza cómo llegan a proliferar en España este tipo de negocios, los de los mafiosos de las discotecas, convirtiendo la noche madrileña en un lugar de luchas y crímenes, del que la Policía nos informa y no la asociación de empresarios del ramo, que son quienes tenían colocados a estos porteros en sus puertas y quienes consentían (denle el sentido amplio que quieran a esta palabra) el tráfico en su interior. Nuestro peculiar sentido de la salud pública persigue al fumador, pero deja fuera esto. Será porque la cocaína no produce humos y no contamina el ambiente. Pero existe la contaminación moral, la de la permisividad, la del dinero fácil. Tras la palabra “ocio” se esconden las cifras del alcoholismo y de la drogadicción, que necesitan de ese tipo de locales y actividades. El diario El País añadía el otro día un titular que comentamos que señalaba a España como el “paraíso de la prostitución europea”, otro campo del “ocio”. Los países no se convierten en “paraísos” de ninguna actividad del día a la noche. Es un proceso que, por muy rápido que sea, debe ser detectado antes y resuelto en el inicio.

Cuando veo estas noticias el sentimiento es doble, tristeza e indignación. Tristeza porque todo esto tiene un efecto sobre sectores amplios de la población, especialmente los jóvenes. Indignación porque nadie ha movido un dedo hasta que a alguien se le ha ocurrido o los hechos han sido tan graves que no ha habido más remedio.
La España que necesitamos tiene que librarse de estas lacras porque si no será esta mezcla de negocios ruinosos para gloria de políticos y de negocios mafiosos para vergüenza de los mismos la que nos impida progresar realmente. Y, por supuesto, vergüenza para todos aquellos que no exigen que esto cambie porque les deja unos euros en la localidad. Recuerden Castelldefels este verano. Las quejas de los vecinos contrapuestas a los intereses económicos locales: un turista borracho también deja dinero. [ver entrada]
Hay que cambiar muchas cosas. Hay que empezar a pensar que el modelo, como persona y como profesional, de portero es Íker Casilla y no Ivo el búlgaro. Hay que recuperar valores y formas de hacer las cosas. No nos debe extrañar que fuera nos sitúen en una cola con Grecia, Italia, etc. Mientras no asumamos esto, no haremos bien las cosas, es decir, empezar a limpiar el mapa de fantasmas en las porterías y de aeropuertos fantasmas. Hay demasiados fantasmas.

* * "La banda de porteros desarticulada intentó comprar el aeropuerto de Ciudad Real" El País 10/11/2011
http://www.elpais.com/articulo/espana/banda/porteros/desarticulada/intento/comprar/aeropuerto/Ciudad/Real/elpepuesp/20111110elpepunac_12/Tes

Pagina "retocada" de la Wikipedia
Las cifras oficiales de pasajeros de 2010. Este verano se suspendieron los vuelos

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