miércoles, 16 de noviembre de 2011

Caballos desbocados, desconecten a HAL


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Quizás estamos leyendo mal la crisis, interpretándola en términos erróneos. Quizá lo que estamos haciendo, al contrario que el Barón de Münchausen, quien se salvó de ahogarse tirándose de los pelos, sea hundirnos más en el fango, tirarnos de los talones hacia el fondo. Quizás nos estén llevando a un límite de puro mercado cuando se está hablando de controlar los mercados. A lo mejor vamos en el sentido incorrecto tomando las medidas incorrectas. No lo sé. Lo cierto es que ninguna de las medidas que se han tomado hasta el momento, ni económicas ni políticas, ha funcionado. Más bien han sido contraproducentes algunas de ellas. Las medidas tomadas no son creíbles, nos dicen. A lo mejor lo que no es creíble es el sistema que no admite medidas. Y un sistema que no puede ser detenido es un mal sistema. Lo siento, HAL. Un caballo con tendencia a desbocarse no es bueno para enganchar a un carro. Y en ese carro vamos todos.
Si miramos la función de la prima de riesgo (compensar el riesgo), lo que se está haciendo con ella es conseguir más beneficios. El que sea cada día más cara significa que alguien gana(rá) cada día más, que se apuesta fuerte. Lo que estamos haciendo con las decisiones tomadas hasta el momento es demostrar que Europa se pliega a lo que le piden y que sigue dando y dando. ¿Qué aplacamos? Esto es una subasta, simplemente. Se trata de saber cuánto se puede sacar a cada uno de los países; saber todo lo que estamos dispuestos a pagar. Las teorías sobre el precio señalan que el precio de las cosas es el que los demás están dispuestos a pagar por encima de cualquier otro valor o consideración. Se inyecta más y más dinero en el sistema. ¿Sirve de algo? Puede que a alguien sí.


Insinuábamos hace un par de meses que esta parecía ser la táctica, ir subiendo por la escala hasta llegar al punto más alto permitido y, como en los casinos, saber cuándo hay que retirarse con los beneficios obtenidos. Los países pequeños han sido “demos”, pruebas para saber cómo iban a responder los países grandes. Ahora estamos ante países medios o grandes, Italia y España. Hablan ya de Austria y Bélgica. Y seguirán subiendo. Francia estaba ya en el punto de mira desde hace algún tiempo. Volvemos a preguntarlo de nuevo: ¿Alemania? Eso que llaman “contagio” —con una metáfora poco afortunada, aunque descriptiva— significa que las deudas de unos países las tienen otros, que las han comprado sus bancos. Todos miran al BCE. Pero la pregunta es ¿qué es el BCE si toda Europa está hundida? La Teoría dice que los bancos no pueden ser más sólidos que los países que los avalan. Volvemos a preguntar: ¿un BCE con Europa desacreditada?

Esta crisis está empezando a ser un poco extraña, sí. Salta de un país a otro, de una economía a otra. Comienza con las finanzas americanas, se pasa a Europa, salta a Grecia..., es como una mosca zumbona que va de pastel en pastel dejando sus huevos que se convierten en larvas al poco tiempo. Como crisis, empieza a ser sospechosa. Tenemos que encontrar rápidamente una teoría que la explique eficazmente porque el personal está empezando a ponerse muy nervioso ante la inestabilidad que está produciendo y ante tanta metáfora. Poesía a priori; teoría a posteriori. Los que estaban seguros, ya no lo están. El problema ya va más allá de gobiernos demagógicos o impresentables, de sociedades con corrupción generalizada o tendencia al gasto desmesurado.
Los que antes creían en la Historia, ahora creen en el Azar. Pero probablemente la respuesta esté, como en la navegación a vela, en izar la vela y poner en marcha el motor para llevar el barco al puerto deseado. La Unión Europea se había planteado prohibir, hace unas horas, las evaluaciones de las agencias de rating sobre los países en crisis. Inmediatamente se han echado atrás. Se planteó, más atrás, crear sus propias agencias. También se echó para atrás. Los mercados, en cambio, no amagan.


Con el parón del consumo y de la producción, a los países no les queda más opción que endeudarse ante la falta de ingresos que uno y otra producen. Menos ingresos y más gastos; más deuda más cara. Hay que sobrecargar el estado para que no estalle todo. Pero lo que estallará será el estado. ¿Qué le pasa al vino cuando se rompe la botella?
Negro panorama en el que unos seres extraños, anónimos e invisibles, metafóricos, deciden la vida y el futuro de seres reales. Toda economía acaba siendo “economía real”. Esta vez parece que al Barón de Münchausen se le ha pegado el pantano a los pies y le persigue en su ascenso.


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