jueves, 11 de agosto de 2011

Tres efectos perversos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La crisis que estamos viviendo está siendo muy ilustrativa del funcionamiento de este tipo de movimientos tanto en el presente como para el futuro. Habrá más, desgraciadamente. 
Inicialmente se nos mostró como una crisis por abajo, un crisis causada por los países cargados de deuda basura. El origen, se nos ha dicho, eran los países que, como Grecia, Portugal, Irlanda, podían arrastrar hacia el fondo a las economías más potentes, cuyos bancos son los principales poseedores de sus deudas. Esto ha sido en el primer acto.
Sin embargo, el segundo acto nos traslada a un nuevo escenario. Nos muestra una crisis desde arriba que comienza con la deuda del país más poderoso del mundo, de la economía más potente, los Estados Unidos. Las explicaciones que se nos han dado sobre la rebaja de Estados Unidos en su históricamente inmaculada “triple A”, la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos, se modifican ahora cuando el peligro del contagio se pasa a Francia, que a su vez, es una de las garantes junto a Alemania de la estabilidad del euro y el rescate de Grecia y los demás países en peligro. Eso incluye la política de firmeza en el apoyo a las economías de España e Italia. ¿Habrá contagio a Alemania?
La pregunta ahora es la siguiente: ¿en qué posición quedan los que se apoyaban en la solidez de Francia —por ejemplo, nosotros e Italia— si la degradación descendente la va minando? Es como si dos juegos de fichas de dominó se encontraran en un punto del camino. Las fichas que corren cayendo por un lado se encuentran con las que van cayendo por el otro.

La imagen más sugerente que se me ocurre es el encuentro del Pacífico y el Atlántico en el Cabo de Hornos, uno de los lugares más peligrosos del mundo para la navegación. A los vientos y corrientes que se forman, hay que añadir los peligros de los hielos desprendidos que han de esquivar los barcos que lo atraviesan. Los vientos son conocidos, por orden de intensidad, como los “cuarenta bramadores”, los “cincuenta furiosos” y los “sesenta aulladores”, los peores de todos. Cuando estos vientos fuertes se encuentran con las corrientes en sentido contrario, lo mejor es acordarse de todos los santos, ya que las olas sobrepasan los treinta metros. Un infierno auténtico. La cuestión ahora es saber si lo que tenemos ahora son los "bramadores", los "furiosos" o los aulladores. Esa es la pregunta. Y que no llegue ningún hielo a la deriva.
Lo sorprendente de esta crisis es la velocidad de las oscilaciones y los argumentos que se barajan. Todos ellos están asentados en las más variopintas excusas que son aceptadas como artículos de fe hasta que al día siguiente se pone otra nueva sobre la mesa. Esto es muy grave porque afecta a las medidas que se toman, también erráticas. Como hemos podido comprobar, todas las medidas que se señalaban como necesarias y de efecto inmediato no han servido de mucho y no han detenido el proceso sistémico que se realimenta con sus propias inseguridades. La duda sobre la duda, a la que aludimos en otro artículo, se refiere a eso. No se duda de algo, simplemente se duda. Y este estado tiene consecuencias calamitosas.



Un especialista ha calificado esta situación como el “efecto coyote”, aludiendo al personaje de los dibujos animados que solo sufre los efectos de la ley de la gravedad cuando descubre que no hay suelo bajo él y ya es demasiado tarde. La creencia en que el suelo está bajo tus pies te sostiene. Hay también un “efecto coyote-negativo”: la creencia en que no hay suelo y morir de un infarto ante la perspectiva de estrellarte contra el suelo. Los dos efectos coyote se dan en la economía: se llaman optimismo y pesimismo y los dos surgen por dar un peso excesivo a los pensamientos y menos a la realidad, por mirar más lo que hacen los otros que por pensar qué se debería hacer.
Ya sea por el efecto “dominó”, por el efecto “Cabo de Hornos” o por el efecto “Coyote”, lo cierto es que todos ellos —los tres juntos— muestran un panorama desolador a la mirada de cualquier persona que mantenga la cordura en mitad de una jaula de locos. Al contagio de los mercados, le sucede el contagio de los sensatos. Cuando todos están ya locos, la idea de “locura” desaparece.



2 comentarios:

  1. ¡NOTICIAS DEL CONGRESO!

    Querido Joaquín:

    (Te escribo por aquí porque no consigo ubicarte en tus casillas personales de correo).

    El congreso abrió con las palabras de Silvia Barei, que dijo algo así: "no podemos dejar de saludar y recordar entre nosotros al entrañable Joaquín Aguirre".

    Nosotros sentimos tu presencia en este emprendimiento de las sagas en Córdoba como la de un ángel, o una de esas personas cuyos cuerpos "no importan". Me refiero a esto: Joaquín no estuvo, ¡pero estuvo! Estuvo allí al comienzo, durante la inauguración, en la presentación de los libros - dedicados ambos a Joaquín María Aguirre Romero -, en el cierre, y claro... en las charlas informales sobre los preparativos para la próxima reunión, que con mucho optimismo pensamos que podría realizarse en Asturias.

    Yo quiero agradecerte especialmente los momentos vividos en Madrid en octubre de 2010, decirte que estuviste siempre allí con nosotros en Córdoba, en este agosto, y que dejaste en mí - ¡y aun en muchos que no te conocen en persona! - una profunda y gratísima marca.

    Un fuerte abrazo.

    María Inés, desde Córdoba
    ARGENTINA

    ResponderEliminar
  2. Querida Mª Inés
    Tengo muchos problemas con miles de correos acumulados (no exagero) y se habrán perdido. Ya sabes que te comenté el problema de los filtros de acá para allá también y las devoluciones de correos.
    Me alegra mucho que haya ido bien el congreso y esperaba las noticias a través de Pilar. Da las gracias a todos por vuestras muestras de afecto. Me hubiera gustado estar allá, pero sigo trabajando aquí, apenas sin días de vacaciones, cono tesis doctorales que se leerán en el comienzo del curso. Un fuerte abrazo. Joaquín

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.