miércoles, 17 de agosto de 2011

La “pipolización”

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Esta la prensa del corazón y la prensa de la corazonada. La primera sabemos de qué va y la otra es la de lo que viene, de la economía. La primera te da emociones, la segunda infartos.
Antes de poder alcanzar el mando para desconectar el televisor, me entero por Televisión Española de dos cosas transcendentales para nuestro futuro: “Fran está más animado” y “la Duquesa de Alba todavía no ha elegido su traje de novia”, pero también que Victorio y Lucchino están dispuestos a hacerlo en cuanto que se lo soliciten. Ya están con el de la madrina, apuntan satisfechos.
Recuperado del estado de shock en el que me encontraba, se hizo la luz y lo comprendí todo: leemos mal, leemos la Economía como prensa del corazón cuando hay que leer la prensa del corazón como Economía.

La esperanza de Fran es el optimismo que nos debe mantener tras un desastre: “lleva dos meses saliendo con alguien tras su ruptura”. Nada hay irremediable y, en cualquier momento, la felicidad llega de nuevo y rehaces tu vida. ¡Tira pa’lante, tío, que hay que salir de la crisis, que eres muy joven y tienes toda la vida por delante! ¡Qué mayor muestra de optimismo que la boda de la Duquesa de Alba —la mujer con más títulos que el Madrid y el Barça juntos, a la que deseamos lo mejor, por supuesto, sea eso lo que sea—, evento social en el que se ve reflejada la sociedad española!  ¿Le importan a ella algo lo que piensen los inversores? ¡A ella no la rescata nadie, faltaría más! Y ahí la tenemos, tirando del consumo interno —una boda de estas es un pastón— y de nuestras empresas, aunque la gente ignorante como yo pensara que eran italianos —en mi disculpa debo decir que durante mucho tiempo pensé que Óscar de la Renta era un premio que te daban si hacías bien la declaración—. Pero no, son “marca España”, economía nacional que no necesita ser rescatada, sino confianza. ¿Y qué mayor acto de confianza que una boda? La economía tiene que aprender del optimismo nupcial reinante.

Leyendo la prensa del corazón en términos económicos y la económica como cuestión sentimental todo se lleva mucho mejor. ¡Parece otra cosa! La pareja Sarkozy-Merkel adquiere un colorido distinto, son el ¡Hola! A Berlusconi da igual cómo lo leas, el resultado es siempre el mismo, un Diez minutos sobadillo de consulta de dentista. ¿Por qué no hacen las reuniones de los G8 y G20 (y todas las G de “guapos” disponibles) en Marbella?
Hay un fenómeno que los expertos en comunicación política llaman la “pipolización” (de people, de Beautiful people). Se lo aplican a Nicolás y Carla (hay que manejar en este terreno los nombres propios, y no Sarkozy y Bruni, que son para otro tipo de prensa más serio, con menos color) y a otros dirigentes políticos que han conseguido imponer una imagen del corazón por encima de la política. Pipolización son Barack y Michelle, cuando se habla de sus bailes y hamburguesas; pipolización es Silvio y sus bunga-bunga y falsas sobrinas de Mubarak. Son todos los que se muestran desde lo cotidiano o lo sofisticado, pero al margen de sus funciones políticas. Es entender que el mundo ya no lo observa un ojo triangular de Dios, sino un redondo teleobjetivo de un fotógrafo subido a lo alto de un árbol.


Ahora que la gente empieza a intentar comprender los áridos caminos de la Economía, ¿por qué no pipolizarla? Sí, pero solo si, a cambio, le concedemos a nuestros franes, jesulines, belenes, campanarios, cotos, cayetanas, carmeles…, el papel de motores de nuestra economía. No sería más que un acto de justicia y, por fin, podríamos todos abrir un debate nacional sobre nuestras necesidades y llevar al parlamento un diálogo profundo sobre el estado del corazón.


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