viernes, 10 de junio de 2011

Pescando ingenieros en el cubo del paro


Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El artículo más visto ayer en el diario El País tiene como titular “Ingenieros españoles hacen cola para irse a Alemania”*. La Cámara de Comercio alemana ha organizado ayer un seminario en Barcelona sobre “movilidad laboral” y hoy lo hace en Madrid. Nos dice el diario que la mitad del público asistente está entre los 25 y 30 años; la otra mitad ronda los cuarenta. Es una descripción representativa de lo que supone una generación, de 15 a 20 años de diferencia.  Allí están los que no han conseguido trabajo, los que tienen trabajo de sueldo mínimo y los que ya han sido despedidos de su trabajo, el amplio abanico de la parte negativa de vida laboral española.
Loa alemanes buscan ingenieros —los ochenta asistentes lo son— porque en unos años se les jubilarán cien mil y no tienen repuesto generacional. ¿Los requisitos? Estar bien cualificados y saber bien el alemán, tener un dominio fluido, el nivel B2. Esto último tiene especial importancia en la Alemania de Angela Merkel. Prefieren buscar en el interior de la Unión y no meterse en aventuras multiculturales que acaben en polémicas y conflictos a la larga. [ver entrada]


La evolución española en la últimas décadas ha sido pasar de enviar obreros sin apenas cualificación —¡vente a Alemania, Pepe!— a que los alemanes vengan a buscarnos preparando en Madrid y Barcelona las entrevistas de trabajo que después realizarán los interesados en Alemania. El cambio es grande, pero triste.
Lo que este cambio representa es la incapacidad del sistema español para absorber la mejor producción que un país tiene: sus titulados. Lo que refleja esta situación es el fracaso estrepitoso en el diseño del modelo de producción nacional. Y este fracaso no es el de los trabajadores; es el de los empresarios y los gobiernos que son quienes deciden qué sectores son los que se desarrollan. Los cantos heroicos sobre lo que significa ser empresario olvidan que estos también se equivocan, como humanos que son. Hay buenos empresarios, como hay malos empresarios. Están los que aciertan y los que se equivocan. Son las políticas las que deben tratar de equilibrar los sectores para evitar desarrollos inármonicos, concentraciones de riesgos excesivos y desajustes. Si lo hacen los inversores, ¿por qué no lo pueden hacer los gobiernos?
La polémica respecto a la sobrecualificación no es más que la distancia entre la formación de las personas y la incapacidad del sistema para ajustarse a ellos. Se trata de hacer un país que priorice a sus ciudadanos; no de relegarlos a meros comparsas. Cuando la gente está realizando trabajos por debajo de su capacitación, cuando tiene que irse de su país para poder trabajar en lo que se ha formado y tener un sueldo digno con el que poder vivir, está claro que lo que ha fracasado es el “país”, para ser más concretos, el diseño y los diseñadores.

Camareros protestando ante el INEM porque la Ley Antitabaco reduce la clientela

En repetidas ocasiones hemos señalado que España ha carecido de metas sociales en estas últimas décadas. La creencia en que eso que llaman “mercado” es quien decide el destino de todo es una gran falsedad si se entiende como la ausencia de proyectos sociales. Esa torpeza se paga. Y la estamos pagando todos. El mercado no se maneja por metas sociales sino por la maximización del beneficio. Los negocios han ido allí donde el coste era menor y el margen mayor. Es la primera ley del mercado. La cuestión está en si te pones en manos del destino o si, por el contrario, tratas de controlarlo. Esto no tiene nada que ver ni con el “intervencionismo” no con nada que se le parezca, pero de igual forma que se diseñaron políticas fiscales que favorecían la construcción y que han acabado en una burbuja inmobiliaria que ha enriquecido a unos y empobrecido a otros, se podían haber aplicado sin complejos otras políticas más enfocadas hacia el futuro, políticas que tuvieran en cuenta un desarrollo más armonioso de personas y trabajo. La consecuencia de no haberlo hecho es formar licenciados y doctores y solo ofrecer camareros, vendedores y albañiles. Ahora nuestros “excedentes” de ingenieros, médicos, etc. se los lleva Alemania. Y habrá que darle las gracias, claro.
España se fue por el camino fácil, el del dinero rápido. El peso de los sectores hinchables ha sido excesivo. Demasiados huevos en la misma cesta. Son sectores demasiado sensibles a demandas que no controlamos y que dan como resultado esos vaivenes que caracterizan ya a la economía española. Y, sobre todo, son sectores que cuando fallan se llevan por delante a medio país.

Iniciativa de protesta cibernética en 2009 contra los recortes
España necesita un gran pacto social referido a su futuro. Por mucho que se diga que hay que hacer “reformas estructurales” —que es la forma eufemística de referirse al problema que comentamos—, no se hacen porque nuestra clase empresarial se ha acostumbrado a construir ese tipo de proyectos y a hablar solo de flexibilidad. Hay que empezar a abrir líneas de futuro a los que tienen visión de futuro y no a estos continuistas del fracaso que han llevado al desastroso y romo modelo actual.
Habrá muchos que piensen que la pérdida de nuestras personas mejor cualificadas no es un desastre. Los habrá que piensen que eso de la “movilidad laboral” es un gran éxito y que es así como debe ser. No se engañen. Lo único que hacen es tratar de camuflar el fracaso de un modelo. Después de tanto presumir algunos de cuánto les gusta el “riesgo”, lo que les gusta realmente es pescar en un cubo.
El famosos “motor alemán” no es más que la traducción a hechos de una voluntad demostrada durante siglos. Alemania escogió un camino y lo quiere seguir manteniendo. En vez de esperar a que el mercado decida, tiene claro su futuro y lo que necesita. Se planta en Madrid y Barcelona y prepara para entrevistas de trabajo a las personas que entiende más cualificadas para los puestos que necesita. Y aquí está la clave de todo: Alemania sabe que necesita 100.000 ingenieros para la próxima década. Aquí “saber” es “querer”. Alemania quiere necesitar 100.000 ingenieros porque tiene claro qué país será en la próxima década. A Dios rogando y con el mazo dando.


* “Ingenieros españoles hacen cola para irse a Alemania”. El País 9/06/2011 http://www.elpais.com/articulo/economia/Ingenieros/espanoles/hacen/cola/irse/Alemania/elpepieco/20110609elpepieco_9/Tes



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