jueves, 12 de mayo de 2011

¿Es el hombre un lobo tramposo para el hombre?: Rajaratnam y el modelo fraudulento de negocio

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En su comentario editorial a la condena del inversor Raj Rajaratnam, responsable del Galleon Group, The New York Times señala:

 “Thirty years ago, America’s financial markets weren’t perfect, but the exposure of market manipulation by Ivan Boesky, Michael Milken and others was shocking because their insider trading was so unexpected. The corruption felt like an anomaly in the world’s best markets. Now our markets remain opaque and of disputed trustworthiness. It’s common to sniff illegal insider trading, but hard to prove it in court because it requires proof of intentional or knowing wrongdoing.”*

El hecho de que la información privilegiada y otras formas de corrupción de los mercados fueran consideradas como anomalías entonces, hace treinta años, y que hoy se vean como elementos naturales en el paisaje económico, nos dice mucho sobre la transformación de nuestro sistema, sobre las causas, los efectos y la credibilidad general.
La creencia en la existencia de los mercados perfectos, aquellos en los que es posible la competencia de forma no alterada, en la que se produciría el “comercio justo”, algo reclamado por muchas instituciones y ONGD, se revela cada vez más como una utopía destinada a despejar obstáculos y resistencias para que reine precisamente lo contrario: el abuso y el privilegio. Según se está demostrando, nada requiere más vigilancia que el mercado autorregulado.


Los que teorizaron la perfección de los mercados no introdujeron el factor humano en la teoría, dejaron fueran la corruptibilidad y la tendencia hacia el enviciamiento de su funcionamiento. Adam Smith distinguía entre el progreso económico y el moral. La existencia de entidades reguladoras en todos los niveles nos muestra precisamente la tendencia del mercado hacia la perversión y no hacia la perfección. La mano negra gana a la mano invisible. El hecho cierto es que la expansión del modelo del mercado necesita la vigilancia permanente para evitar que degenere. Lo que nos encontramos no es un régimen celestial, sino la jungla. El modelo puede ser perfecto, pero las personas no.
De todos los delitos económicos, dice el editorial de The New York Times, la información privilegiada suele atenuarse y disculparse habitualmente como un delito “sin víctimas”. Sin embargo, esto es esencialmente falso. Este tipo de delito es el que se afronta con mayor naturalidad por la gran hipocresía que implica. En última instancia, es el sueño del inversor: poseer una información que le haga deshacer el equilibrio ignorante en su favor. Lo importante de la información privilegiada es que forma parte del repertorio de herramientas con las que pasar de decisiones de alto riesgo a decisiones de riesgo menor. Es la información la que determina la diferencia. Los que poseen más información corren riesgos menores, mientras que los que no la tienen se enfrentan a un riesgo mayor.
Además del caso económico, la información privilegiada presenta un reto psíquico: ¿puedo ignorar lo que sé aunque no deba saberlo? En el caso del inversor condenado por el Tribunal de Manhattan, la pregunta va más allá: ¿puedo renunciar a montar una estructura cuyo objetivo sea obtener más y mejor información para conseguir mejor  mis fines de enriquecimiento? No es solo la información, es esencialmente la construcción de un sistema para la obtención de información: una conspiración para obtenerla. Rajaratnam había creado toda una compleja red de ejecutivos, banqueros y demás agentes económicos. Y Rajaratnam sabía lo que hacía. La información privilegiada era una herramienta esencial, no un pelotazo ocasional informativo. Los inversores que han obtenido mayores beneficios como resultado de la obtención de información privilegiada estaban felices por la alta rentabilidad. Veían sus beneficios como una muestra de su sabiduría selectiva y competitiva del mercado respecto a los que obtenían menor beneficio o incluso pérdidas. Los mercados funcionan bien porque obtienen beneficios. Es sencillo. El beneficio es el objetivo y el indicador simultáneamente. Eres un héroe por lo que has obtenido y un villano por cómo lo has hecho; si se enteran, claro. La codicia es tan humana como cualquier otro sentimiento [ver entrada].
En El sustento del hombre, Karl Polanyi escribió:

[…] la sociedad humana se ha convertido en un organismo que está, en sus aspectos esenciales, subordinado a los propósitos de lucro. Habiendo convertido el hombre la ganancia económica en su fin absoluto, pierde la capacidad de relativizarla mentalmente. Su imaginación queda encerrada en los límites de la incapacidad.*** (41)

Raj Rajaratnam está acusado de haber obtenido de forma ilícita casi 64 millones de dólares.** Entre otras cosas, le sirvió para ascender al puesto número 236 de la lista que la revista Forbes [ver entrada] elabora con los 400 norteamericanos más ricos. Posee una fortuna cifrada en 1.500 millones de dólares. No está mal. Ahora espera a que se le imponga la condena, de hasta 25 años, por los cargos en los que se la ha encontrado culpable. "Rajaratnam era uno de los mejores, más brillantes, mejor educados y más privilegiados profesionales de este país. Sin embargo, como muchos otros recientemente, dejó que la avaricia y la corrupción se hicieran con él"**, ha señalado el fiscal federal Preet Bharara, recogido por El Mundo. Lo peor es que era ejemplar.
Los mercados —y nosotros con ellos— se enfrentan hoy con dos grandes retos: la información privilegiada y la falsa información. En el primero se trata de saber más que los otros y decidir con mayor eficacia y rentabilidad; en el segundo, actuamos moviendo el mercado en la dirección que nos favorece. Ambos casos están ahí de forma permanente, como una herramienta al alcance de los que tienen el valor y el arrojo de entender que no son mecanismos contra el mercado, sino armas naturales del mercado. El mundo es de los audaces, de estos superhombres nietzscheanos que comprenden que los valores no son más que frenos que los débiles ponen a los fuertes. Estos libertinos del capitalismo, saben que, como nuevos héroes de una novela de Laclós, la historia está de su lado aunque la incomprensión de su tiempo los sancione hoy.
El fiscal del caso ha señalado que “Cheating became part of his business model.” El engaño, sí, formaba parte de su modelo de negocio. La pregunta clave, la que nos hacemos muchos, es ¿hay otro? ¿Es el hombre un lobo tramposo para el hombre? Nos gusta creer que no, pero ese no es el problema. La cuestión es que existe gente que sí lo cree y actúa en consecuencia. Quizá haya que ir mejorando las prisiones para acoger en ellas más ilustres integrantes de la lista Forbes. En un mundo con tal capacidad de procesamiento de información de múltiples fuentes, de rápida actuación gracias a los sistemas interconectados, es difícil resistirse a la tentación de ir más allá de la teoría y entrar en Forbes o en la cárcel.

* “Wall Street, Held Accountable” The New York Times 11/05/2011 http://www.nytimes.com/2011/05/12/opinion/12thu1.html?_r=1&hp

** “Un bróker, condenado en el mayor caso por información privilegiada de Wall Street” El mundo 11/05/2011 http://www.elmundo.es/elmundo/2011/05/11/economia/1305126826.html

*** Karl POLANY (2009): El sustento del hombre. Capitán Swing Libros, Madrid.


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