miércoles, 25 de mayo de 2011

El auge del sansculottismo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Son ya 23.000 personas las han firmado un manifiesto* protestando por las reacciones y declaraciones en las que defender al señor Strauss-Kahn supone atacar a una limpiadora emigrada a los Estados Unidos que se limitaba a ganarse el pan con su trabajo para tener atendidos a los clientes de un hotel de gran lujo. Pero el concepto de "servicio de habitaciones" y lo que incluye tiene un sentido peculiar para el ex director del FMI. El ataque se ha convertido en una ofensa a todas las mujeres y así lo manifiestan muchas.

Protestas en París
Protestas en USA
Esto es lo malo de los casos de violación, que defender a uno siempre supone atacar al otro, y aquí hay poco o ningún margen de maniobra. El que se va dejando el ADN por los rincones y los vestidos de los demás es el señor Strauss-Kahn. En el fondo, a sus defensores les hubiera encantado una trama a lo John LeCarre, con conspiraciones, agente de la CIA infiltrada en Guinea creándose un pasado de mujer esforzada, madre soltera, para desembarcar en USA, conseguir trabajo y esperar pacientemente hasta que Dominique Strauss-Kahn apareciera en aquel hotel lujoso y se lanzara sobre ella para cambiar el destino de Francia. Pero no parece que sea así.
Tienen razón los manifestantes callejeros y los firmantes del manifiesto. Aunque el caso pudiera salvar algo (no sabemos qué) de la trayectoria política e institucional de ex presidente del FMI, su defensa no tardará en arruinarlo. Para intentar salvar al hombre hay que hundir al político: buscar la vía de lo consentido es llegar a la del sin sentido. Cada ataque a su víctima será visto por una parte de su electorado como la bajada de un peldaño más desde la cúspide del progresismo hasta las bases de lo reaccionario. Porque nada hay más reaccionario que la defensa de un caso de ataque sexual con ADN presente por medio. Sin poder argumentar patologías, lo único que queda por argumentar son las relaciones consentidas y nada parece apuntar tampoco en esa dirección. Esto no es una comedia romántica con Jennifer López haciendo de camarera, ni El espía que surgió del frío sino algo mucho más grave. Como bien señalan los carteles de las manifestantes, hemos pasado del glamour del progresismo lujoso de la izquierda divina a los hombres de las cavernas. 


La preocupación francesa por un Dominique sin afeitar contrasta con la ausencia de preocupación por la víctima del ataque. La víctima —¡pobre Dominique!— es él. Y con él Francia, y con Francia Europa, que pierde así un líder. Pero creo que cualquiera que sea un poco sensato preferirá representantes nacionales que utilicen los hoteles para descansar y no como reserva para sus cacerías.
Es menos vergonzoso el silencio que los comentarios bochornosos manifestados por muchos en Francia que nos llegan por la prensa. El retrato de la Francia que surge no es demasiado positivo. El manifiesto —firmado por grupos feministas, intelectuales y miembros destacados de la izquierda francesa que trata de evitar así que el caso DSK les marque— es claro y rotundo:

Nous ne savons pas ce qui s’est passé à New York samedi dernier mais nous savons ce qui se passe en France depuis une semaine. Nous assistons à une fulgurante remontée à la surface de réflexes sexistes et réactionnaires, si prompts à surgir chez une partie des élites françaises.*

Un sansculotte (¿es mi imaginación?)
El caso está arrastrando a muchos hacia ese fondo cavernícola en el que las ideologías se disuelven a favor de los instintos primarios. Empeñados en no reconocer dónde está la raíz del verdadero problema, se embarcan en una aventura de incierto futuro pero probable final. Por el camino, usan las viejas excusas sexistas para justificar lo injustificable. Las mujeres que se han manifestado en Nueva York y en París con carteles con el “No significa no” están unidas por la claridad de la semántica de género y por la indignación consecuente con los principios. No hay que hacer cálculos; hay que estar donde hay que estar.
Uno siempre entendió que los “sans-culottes” —literalmente los “sin calzones”, los revolucionarios que tomaron la Bastilla y pasaron a representar la imagen de la República— eran otra cosa. Aquellos no llevaban los calzones (culottes), característicos de la nobleza, pero vestían pantalones. DSK ha sido más literal, pero parece que afortunadamente no representará a la República.
Tienen razón los grupos feministas en estar preocupados. Con presidentes como Berlusconi y candidatos como Dominique Strauss-Kahn, tan partidarios de la práctica del “sansculottismo”, quizá convenga que siga Angela Merkel en Alemania y que en Bélgica continúen sin presidente. Por lo que pueda pasar. Salut, citoyen!

* Manifiesto “Sexisme : ils se lâchent, les femmes trinquent!”  Osez Le Féminisme! http://www.osezlefeminisme.fr/article/sexisme-ils-se-lachent-les-femmes-trinquent

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