miércoles, 6 de abril de 2011

Las 18 primaveras de la falsa sobrina


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La celebración del decimo octavo cumpleaños de la muchacha marroquí conocida como Ruby es un ejemplo del mal ejemplo. Los fotógrafos de todo el mundo se apiñan para captar las imágenes de todos los memos que rodean a la reina, satisfechos de poder compartir un trocito del pastel. No falta nada, ni los “boys” luciendo abdominales con ridícula pajarita. La llaman desde todos los rincones y ella sonríe mientras degusta sensualmente la tarta.

 
Mientras en España nos debatimos sobre la moralidad de incluir anuncios de contactos — es decir, prostitución; dejemos lo de los “contactos” para los extraterrestres— en las páginas de los periódicos, la cruda realidad nos los trae a la primera plana. Son las audiencias son las que purifican los pecados.
Así lo entendieron también en el otrora prestigioso baile de la alta sociedad vienesa, en el que la flor y nata de las jóvenes debutantes de la Jet se codearon con la mucho más experimentada Ruby. Los austriacos, además de dar palmas con la Marcha de Radetzky cada primero de año, han aplaudido la presencia de la joven en el baile estrella de la temporada. Las rancias fotografías de la emulación nostálgica de las emperatrices con las que recordaban al mundo el viejo esplendor del imperio desaparecido se han visto desplazadas este año por el efecto del huracán Ruby. Las tímidas sonrisas de las debutantes han sido sustituidas por los morritos y los escotes descarados.
Lejos del viejo glamour, los austriacos tuvieron como estrellas invitadas a Harry Langman, el popular en su tiempo malvado televisivo de la serie Dallas, y a "la entonces menor de edad" compañera de juegos de Berlusconi. Reunir a “Jr” y Ruby en un mismo escenario tiene su razón de ser pues los dos pertenecen al mundo del espectáculo.

 
Berlusconi ha convertido Italia en un mal serial de intrigas y camas. Él asigna los papeles del culebrón a su gusto como emperador mediático que es. Además de los casting de sus Villas, en las que selecciona al personal, les escribe los guiones a políticos, jueces, periodistas y a todo el que sea necesario, porque su imaginación es tan inagotable como su vigor varonil. Son 74 años bien llevados, piensan muchos. Luego viene el bajón.
De todas sus ya infinitas historias, el capítulo más surrealista, digno de una comedia de Luigi Comencini o de Vittorio de Sica, es haber llamado a la comisaría en la que la joven estaba detenida (por robo) diciendo que la liberaran para evitar un conflicto diplomático con Egipto, pues la joven era “sobrina de Mubarak”. Además de desfachatez, hay que tener un innato sentido del guión, una capacidad intuitiva para la comedia bufa. Imagínese (mejor en blanco y negro) la escena: en la comisaría suena el teléfono y dicen que es el Primer Ministro de la República; el señor comisario coge el auricular entre el temor a una broma y el terror a la realidad. No hay duda, es el señor Primer Ministro quien pide la liberación inmediata de la joven ladrona para evitar un conflicto con Egipto, ahora que está la cosa que arde por allí. «Piense usted, señor comisario, en las represalias de los egipcios contra los turistas italianos que están fotografiando  las pirámides.» Ante tamaña responsabilidad, el señor comisario, cumple con la patriótica obligación de obedecer al democrático líder que los italianos se han dado. La muchacha sale a la calle y se evita así una nueva crisis internacional.
Y la falsa sobrina, como la falsa moneda, va de fiesta en fiesta, de flash en flash, de portada en portada, de capital en capital, consagrada por la memez, aupada por la indignidad. ¡Qué lástima!
Mientras, en algún lugar apartado y bien vigilado de Egipto, un anciano deprimido se pregunta quién diablos es esa sobrina suya, si nadie de su familia tuvo líos en Marruecos.



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