domingo, 27 de marzo de 2011

Si la montaña no va a la noticia, la noticia irá a la montaña


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Siempre lo inesperado. Reúnes a los periodistas para darles titulares y lo inesperado ocurre allí mismo, no como una declaración, sino como un acontecimiento. Los periodistas extranjeros están agrupados en el Hotel Rixos de Trípoli. Allí esperan los comunicados y las ruedas de prensa con lo que hay que escuchar y de allí salen las visitas guiadas para ver lo que hay que ver. Pero esta vez no ha sido así. La noticia ha llegado hasta ellos.


La aparición de una mujer, Eman al-Obeidy, denunciando haber sido retenida, humillada y violada por quince soldados de Gadafi, ha puesto patas arriba la campaña de imagen puesta en marcha por el régimen. Esta vez nadie ha contado nada a los periodistas porque han podido ser ellos protagonistas y testigos.
Hay dos niveles en esto: la historia de Eman al-Obeidy y la historia del hotel. La primera está sujeta a investigación para determinar la veracidad de lo sucedido. Mañana puede aparecer el aturdido portavoz del régimen del coronel y asegurarnos que se ha confirmado que la mujer era una enferma, una espía o que han fusilado a los quince violadores y la mujer es abrazada por el dictador amado en el balcón de los baños de multitudes. Puede ocurrir cualquier cosa.

 Pero lo que hemos podido ver todos —y los periodistas ver y vivir— es lo que ha ocurrido ante sus ojos y cámaras: las formas del régimen. Los periodistas han podido ver quiénes eran esas personas que les rodeaban y les atendían amablemente en su hotel, los que arreglaban sus camas y les servían el café con el zumo de naranja y la mejor de las sonrisas. La crónica de The New York Times señala:
For the members of the foreign news media here at the invitation of the government of Colonel Qaddafi — and largely confined to the Rixos Hotel except for official outings — the episode was a reminder of the brutality of the Libyan government and the presence of its security forces even among the hotel staff. People in hotel uniforms, who just hours before had been serving coffee and clearing plates, grabbed table knives and rushed to restrain the woman and to hold back the journalists.*
La imagen de las camareras intentando cubrir la cabeza de la mujer con un abrigo para silenciarla no deja muchas dudas sobre su profesión real y su profesionalidad. Los golpes a los periodistas por el personal del hotel cuando intentaban que no se llevaran a la mujer, el destrozo de las cámaras, etc., no revelan muchas cosas sobre el Trípoli de Gadafi. Es una ingenuidad haber pensado otra cosa, podemos decirnos ahora, pero la ruptura brutal de ese universo artificial de invitados en un hotel por el régimen y el desvelamiento de su forma de actuar no deja de ser impactante.

La concentración de periodistas para poder controlarlos se ha vuelto en contra de Gadafi ya que probablemente esta sea una de las noticias más vistas ayer en todo el mundo, portada de prensa y vídeo televisivo. Eman al-Obeidy ha conseguido con su dramática denuncia mostrar otra cara más del conflicto. Esta vez no ha habido visita guiada, sino que se ha producido ante sus ojos. Los periodistas han tenido ocasión de ver, en directo, cómo actúa el régimen. Al mago se le ha escapado el conejo corriendo de la chistera. El truco se ha desvelado.
Hay un dicho chino muy conocido que explica que cuando el dedo del sabio apunta a la luna, el tonto mira el dedo. No ocurre así con los prestidigitadores, cuyo arte consiste en convencernos para que  miremos al lugar señalado. El truco, en cambio, está en la otra mano.

* “Lybian Woman Struggles to Tell Journalists of Her Rape by Qaddafi Militia”.  The New York Times 27/03/2011 http://www.nytimes.com/2011/03/27/world/middleeast/27tripoli.html?_r=1&hpw



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