jueves, 17 de marzo de 2011

Las trágicas declaraciones de un payaso


Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En el circo siempre ha habido una rica tradición de familias de payasos, Ahora también en la política. La entrevista* concedida por Saif al Islam, el hijo del dictador Gadafi, a Euronews puede pasar a la historia como una de las grandes infamias oratorias del siglo. Es difícil superar su grado de cinismo, hipocresía y desvergüenza. Saif, el filósofo anglosajón, constituye junto a su padre una siniestra pareja de clowns que el mundo contempla horrorizado en el centro de una trágica pista cubierta de sangre. Saif es el clown serio, el que nos explica el sentido de los chistes paternos con su flema británica adquirida en las elegantes escuelas de negocios londinenses. Pero maldita la gracia que tiene el espectáculo familiar.
Saif ha llamado “payaso” a Sarkozy, el presidente de Francia. Le ha reclamado el dinero que le dieron para su campaña electoral y para que cuidara de sus intereses. No sé lo que hay de cierto en el asunto, pero eso no le quita el sentido al chiste de Saif. Ha heredado el narcisismo de su padre y sabe que un buen chascarrillo corta el ritmo y atrae las miradas y los titulares. Hoy los periódicos de todo el mundo se hacen cábalas sobre si Sarkozy recibió dinero o no.
Los españoles sabemos que el dinero de Gadafi siempre ha sido generoso con todos aquellos partidos dispuestos a recibirlo y que hubo admiradores del dictador libio en el origen de nuestra democracia en los setenta**. Da igual, ya se verá. Tiene gracia —otro buen chiste sangriento— que Saif pida que le devuelva el dinero al “pueblo libio”. Su sentido del fair play en los negocios está fuertemente asentado. Ha llamado “payaso” a Nicolás Sarkozy y le amenaza con más chistes y cuentas bancarias. Francia es la que tendrá que decidir en su momento lo que hay de verdad o no en el asunto. No es el momento ni la persona adecuada.
Ha pasado, siguiendo con las metáforas escénicas, del circo al teatro. Aquí sus ataques se han repartido entre los institucionales y los personales. “Nosotros conocemos esta obra de teatro que tiene lugar en la Liga Árabe” —ha dicho—. “Amr Moussa no ha llegado a su cargo legítimamente y los presidentes árabes tampoco. Estos regímenes árabes que han llegado con una dictadura o por herencia actúan como si fuesen la Unión Europea o los Estados Unidos.” La descalificación e insulto a la Liga árabe es otra perla retórica porque habría que preguntarle a él de dónde procede la suya. En su locura particular habla como el dirigente democrático de un país democrático. De su mente se ha borrado el hecho de que es el hijo privilegiado de un tirano sanguinario, el fruto de la crueldad y el nepotismo.
A Amr Moussa le ataca porque, según él, está haciendo su campaña electoral para la presidencia egipcia desde la presidencia de la Liga Árabe. Los insultos contra Egipto van más allá de Moussa. Los sublevados son “egipcios en paro”, desagradecidos muertos de hambre que pasaron del país vecino a mendigar trabajo en la próspera Libia.
Sus palabras nos van mostrando la locura y el terrible destino de los que caigan en las manos de esta familia de megalómanos payasos sangrientos. “Hay miles de personas en Libia que no creen en Dios y que no creen en Muamar Gadafi”, nos dice este muchacho criado entre algodones en medio de un pueblo que se ve condenado a aplaudir periódicamente sus payasadas.
Lo único que se debe tomar en serio es su amenaza de que todo estará terminado en 48 horas. Los psicópatas suelen colar alguna verdad entre tanta patraña.

* http://es.euronews.net/2011/03/16/saif-al-islam-gadafi-el-payaso-de-sarkozy-debe-devolvernos-el-dinero-que-le-di/
** “Los amigos andaluces de Gadafi” Diario de Cádiz, 13/03/2011 http://www.diariodecadiz.es/article/andalucia/926104/los/amigos/andaluces/gadafi.html



2 comentarios:

  1. ¡Muy bueno! Y esa especie de ira con que lo escribes... en su justa medida.
    A brazos.

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  2. Gracias, Bel. Con tipos como estos, incongruencias andantes y parlantes, es difícil reprimir lo que te pide el cuerpo. Un abrazo. J.

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