sábado, 26 de febrero de 2011

Bailad, cantad y sed felices

Joaquín Mª Aguirre (UCM)

“Bailad, cantad y sed felices”, grita un exaltado Gadafi en la Plaza Verde. Convertido en una especie de Zarathustra nietzscheano, Muamar El Gadafi exhorta al júbilo de la revolución desde la azotea en la que es aclamado por los fervorosos partidarios que le siguen fieles. En el Zarathustra de Richard Strauss, al tema “De las alegrías y las pasiones” le sigue “El canto de la tumba”. «Si escuchan fuegos artificiales, no los confunda con disparos», dice su hijo, Saif El Islam, a los periodistas, poseído por el mismo arrebato dionisiaco y festivo que el padre. ¿Están locos ambos? ¿Creen realmente lo que dicen? ¿Creen que sosteniendo que no ocurre nada podrán hacer que lo que se tiene delante deje de existir? ¿Podrán convencer a alguien? Los hay que niegan el holocausto o la llegada a la Luna, entonces ¿por qué no?

Lo han conseguido al menos en un par de casos. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, neoplatónico mediático, considera que no vemos más que sombras cavernarias y que la realidad última nos está vedada. Tiene guasa Ortega. Él, que conoce bien a Gadafi, sabrá lo que dice. También dudan de la realidad, aquejados de la misma miopía filosófica, Morales y Castro. Ellos sabrán.

Cuando se ven, se escuchan y se leen cosas como estas, no se sabe muy bien si se está ante la locura o ante el mayor ejercicio de cinismo desplegado sobre la faz de la tierra en muchas décadas.

Escribía Remo Bodei en esa magnífica obra suya, Las lógicas del delirio. Razón, afectos, locura*, mezcla de psicología y saber filosófico, que «el delirio es un ir más allá, un desahogar en el presente lo que, acumulado a través del tiempo, ha formado una masa crítica y espera solo un pretexto, un episodio que sirva de desencadenante, para manifestarse con toda la virulencia de que es capaz.»

¿Están pasando factura a Gadafi, a los demás dictadores que están cayendo, las cuentas del pasado, su negación constante de la realidad? Ben Alí cayó en coma; hablan de un rápido deterioro de la salud y caída en depresión profunda de Mubarak, incluso algunos medios lo dieron ya por muerto. El general Suleimán Mahmud, uno de los militares que se ha rebelado contra Gadafi, dice: “Gadafi se volvió loco y se ha convertido en un dictador. No es el hombre de los viejos tiempos. Sus prioridades cambiaron y empezó a hablar de que era el rey de África y a pensar en dar el poder a su hijo.”** El general Mahmud ve en Gadafi un Nerón que prende fuego a Libia antes que ceder y reconocer la realidad. Gadafi ha prometido morir en su tierra, como lo hizo Mubarak. ¡Qué empeño tienen estos dictadores en morir en las tierras que han pisoteado, en ser llorados por los pueblos a los que han oprimido! El signo más claro de su locura, de su pérdida de sentido de la realidad, no es negar las muertes, los bombardeos o cualquier otra violencia contra los que osan oponérseles. El signo más evidente es que, a pesar de la muerte y dolor que siembran, siguen pensando que sus pueblos les aman, que irán a venerarlos a pirámides faraónicas entre llantos y que sus retratos seguirán colgados en las avenidas que llevan sus nombres hasta el fin de los tiempos. Cría cuervos.

* Remo Bodei (2002): Las lógicas del delirio. Razón, afectos, locura. Cátedra, Madrid.

** Entrevista de Nuria Tesón: “Gadafi es como Nerón, prenderá fuego a Libia antes de dejar el poder” El País. 26/02/2011 http://www.elpais.com/articulo/internacional/Gadafi/Neron/prendera/fuego/Libia/dejar/poder/elpepuint/20110226elpepiint_4/Tes



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